martes, 7 de abril de 2009

Lo de siempre

Pese a que ando leyendo a Billy Collins, poeta neoyorquino que sabe ponerme de buen humor, siento como si una nube cargada de lluvia se hubiese encaprichado de mí. La edad, la primavera, la creciente polarización de la sociedad, quién sabe. Salgo a la calle. Llueve y no tengo paraguas. De todos modos, no pienso volver atrás. Cruzo Aragón corriendo. En el bar 7 de julio pido lo de siempre. Es cierto que existe un sustrato innegable de falta de originalidad en este hecho, pero no es menos cierto el placer que me produce ser conocido por el dueño del bar, que me sonría y me pregunte si voy a tomar lo de siempre. En efecto, voy a tomar lo de siempre. Leo a Collins mientras sorbo el café con leche. Los aplausos provenientes del televisor me distraen. Tipos mediocres y peligrosos hablando de la mediocre y peligrosa realidad. Primer plano de una rubia famosa por haber estado casada –cuando era joven y humana– con un torero. Un escalofrío recorre mi cuerpo. Intento volver a Collins, pero no lo consigo. Cuando en un plató de televisión la gente arranca a aplaudir, inmediatamente tengo que apagarla o cambiar de canal, ya que temo que la imbecilidad sea contagiosa. Pero no estoy en casa: el mando no me pertenece. Desvío la mirada hacia la barra donde un par de parroquianos hablan sobre la crisis. Les escucho repetir los lugares comunes nacidos de los miedos comunes y amamantados por los medios de comunicación, tan comunes. Cierro el libro y le hinco el diente a mi rebanada de pan con tomate. Reflexiono unos instantes sobre la crisis y llego a la conclusión, unos segundos después, de que la crisis actual se asemeja a Dios en cuanto que nació de un ejercicio especulativo de los seres humanos y, una vez entre nosotros, nos resulta terriblemente difícil deshacernos de ella. Acertada o no, es la conclusión a la que llego. No está mal para tener una nube de lluvia pendiente de mí. Me pongo en pie. Me acerco a la barra y pago. Afuera esperan la nube, la primavera, la polarización que nos afila los colmillos. Que tengan un buen día.
UH, 07/04/09