martes, 30 de agosto de 2011

Tarde de cine



Salgo a las tres del trabajo. Como no me apetece ir a casa, me refugio en un Burger King. Una de las características que mejor me definen es la exquisitez de mi paladar. Para matar el hambre y el aburrimiento, me zampo una hamburguesa acompañada de patatas, Coca-cola y Houellebecq. El francés es igual que aquellos a los que detesta, al menos es lo que pienso mientras mastico una Whopper. Todo lo bueno se acaba y generalmente lo hace con un eructo o un bostezo. Le echo un vistazo a la cartelera y decido ir a ver El origen del planeta de los simios. Sí, siempre me gustaron las películas de autor, el llamado cine de culto. De la peli salgo con una idea y un detalle. La idea: los humanos estamos convencidos de que el final nos llegará como consecuencia de la acción de una buena persona, por una buena causa. Ya se sabe, el infierno está lleno de buenas intenciones, pero no nos pongamos bíblicos. El detalle: la primera palabra que pronuncia César, el simio protagonista, es “no”. Todo acto rebelde, toda revolución, empieza con un “no”, un “no” dicho a la cara del amo. En efecto, leí a Camus, soy de esos. Pero aún puedo ponerme más insoportable. Por ejemplo, puedo decir que hay un poema de Idea Vilariño, la poeta uruguaya que fuera amante de Onetti, titulado “Decir no”, si bien no viene a cuento. En la calle me recibe el calor irritante de finales de agosto. Me tomaría una copa, pero corro el riesgo de ponerme sentimental. En un momento de clarividencia, decido volver a casa. Termino el día enganchado al Facebook.

ULTIMA HORA, 30/08/11