La
situación personal del articulista no importa. Resultaría inapropiado alegar
como atenuante al más que probable resultado fallido de este artículo las
constantes interrupciones de mi hija de tres años, sentada a mis pies, jugando
sola, en contra de su voluntad, con su casita de Pinypon. Le pedí a mi hija
mayor si podía entretenerla mientras escribía unas líneas para el periódico,
pero la cosa sólo duró unos veinte minutos, el tiempo que preciso para encender
el ordenador y repasar someramente las noticias más destacadas de la
actualidad. Pasado ese tiempo, la peque apareció en el despacho reclamando mi
presencia, ya que su hermana mayor no sabe jugar. Lo que le pasa a su hermana
es que el móvil la tiene totalmente absorbida. Sospecho que esto le sucede a una
parte importante de la sociedad. ¿Recuerdan cuando el verbo “desconectar”
poseía connotaciones positivas? Eso ya es historia. Nadie quiere desconectar. Y
les tengo que ir dejando porque resulta imposible escribir con una niña de tres
años saltando sobre tu regazo. Buenos días.
ÚLTIMA HORA, 18/07/17