Tres
¿Despido
algún tipo de aura capaz de infiltrarse en el ciberespacio? ¿Ya tengo cara de
profesor? ¿Se ha visto modificada mi manera de escribir? El día después de
aceptar la propuesta, me llega una petición a través de Facebook. Se trata de
un antiguo “amigo” al que tuve que parar los pies meses a atrás. No había
semana que no me hiciera llegar alguno de sus poemas para saber mi opinión. Debía
verme como una especie de crítico particular. Jamás se le pasó por la cabeza
que yo pudiera tener vida propia, al margen de sus deseos. Al principio opté
por ser colaborativo, pero pronto me di cuenta de que, si no hacía algo,
aquello se prolongaría indefinidamente. De un modo educado, le insinué que, por
sorprendente que pudiera resultarle, también experimentaba placer al dedicarme
a mis cosas durante mi escaso tiempo libre. Por lo visto, el lenguaje sutil no
era su fuerte. Tuve que dejarle las cosas claras. Se sintió dolido, pero
cesaron los mensajes. Ingenuo de mí, pensaba que no volvería a tener noticias
suyas. Estaba equivocado. Ha vuelto a la carga. Leo el poema. Más de lo mismo.
Eso sí, nadie le negará fidelidad a su propia voz. Como si hubiera algún tipo
de mérito en eso. Dejo pasar un día. Insiste. Quiere conocer mi opinión. Me lo tomo
como unas prácticas. Sin cobrar, como en el ABaC. Escribo: «Leí el poema. Voy a
permitirme el lujo de ser sincero. Piensa que podría despacharlo con un simple “está
muy bien”. En primer lugar, debo decir que no soy muy amigo de las
enumeraciones. Las tolero si tienen gracia, o si en ellas entran en juego
imágenes o metáforas potentes, o si en cada uno de los elementos que las
integran se menciona algo diferente, que enriquece o contradice lo
anteriormente dicho, etc. Salvo por los dos versos finales, tu poema se reduce
a una enumeración reiterativa de un deseo. Digamos que se alarga sin mucha
justificación. En los poemas de corte realista de índole sentimental (los que
sueles escribir) esperas que se te cuente una anécdota sentimentalmente
interesante capaz de trascender, alguna experiencia que exhorte tu inteligencia
y/o sensibilidad, alguna reflexión de calado… Si la cosa está aderezada con imágenes
sorprendentes, audacia verbal, etc., el poema gana enteros. Tengo la impresión
de que este poema se queda corto en todos los aspectos. Es cierto que al final
tratas de levantarlo, pero me da a mí que no alcanza para despegar. Espero no
haber sido muy duro. Creo que, a estas alturas, la sinceridad es lo mejor que
puedo ofrecerte. Mucha suerte con tus próximas creaciones». Su respuesta: «Pues
a mí me gusta el poema. Es coherente. Y el final mola». ¿No es genial?