miércoles, 25 de septiembre de 2019

La ruta del viaje interior



Se diría el título de una novela inédita de Bolaño, de esas que aparecen de vez en cuando, o tal vez el título de una recopilación de entrevistas, cartas y fragmentos de algunas de las novelas de Levrero. ¿Y por qué estos dos nombres? Ciertamente, también podría ser el título de la última novela de Jorge Bucay. ¿Entonces? Por esto que escribe David Pérez Vega acerca de Mi Berghof particular:

En la década de 1990, Roberto Bolaño abrió uno de los caminos más importantes para la narrativa en castellano y, en la década siguiente, en la primera del siglo XXI, sería Mario Levrero quien abriera otro. Bolaño nos hablaba del artista aventurero, revitalizando la figura del poeta beatnik; Levrero proponía, sin embargo, el viaje interior, la interpretación de los sueños, la descripción de lo mínimo y de todo lo que ocurre en la mente del escritor, aunque este no salga de casa (especialmente si este no sale de su casa). En principio, Cánaves elige para su novela el camino de Levrero, puesto que escribe desde la incapacidad casi de moverse, paralizado en la casa de sus padres con una pierna escayolada. Berghof es el sanatorio en las montañas al que acudía Hans Castorp, el protagonista de La montaña mágica de Thomas Mann, para curar su tuberculosis. Sin embargo, aunque la apuesta principal de Cánaves era por Levrero, tampoco desdeña la herencia de Bolaño, puesto que una de las historias que escriben (o viven) sus personajes de ficción es un cuento con un aire muy bolañesco, que transcurre en Baltimore y tiene como protagonistas a dos poetas homosexuales, uno académico y el otro salvaje.


En otro pasaje de la crítica, David Pérez Vega resalta como uno de los grandes temas del libro la falta de tiempo para escribir. Si os confieso que estoy escribiendo esto a las seis de la mañana, ¿se entenderá aún más este hecho?

La falta de tiempo para escribir se acabará convirtiendo en uno de los temas del libro, y quizás con esta temática se escriban algunas de las páginas más sinceras y hondas de la novela. De hecho, una de las fuerzas que le impele a continuar es la continua creación de reglas de escritura: escribir cada día una hora, escribir cada día 500 palabras, escribir porque se ha comprometido con los lectores de su blog a hacerlo, escribir porque se ha impuesto una fecha límite de escritura, escribir por mantener el puro hábito de escribir y poder seguir considerándose un escritor...

 Escribir, escribir, escribir... ¿No es de locos? Dejo aquí el enlace a la crítica que apareció en la revista Librújula, por si alguien se anima a leerla al completo. Desde luego, David Pérez Vega acierta con las claves y con los referentes. Una gran lectura. Cuando alguien emplea su tiempo de ocio en leer y comentar lo tuyo, y lo hace además de un modo tan perspicaz, no puedes más que estar agradecido.

http://www.librujula.com/criticas/2523-javier-canaves-mi-berghof-particular-2