Sinopsis:
Un día del mes de julio, Santi Biza recibe la visita de un viejo amigo que le propone hacerse cargo de un taller de escritura creativa. Biza acepta sin sospechar que ese taller pondrá su vida patas arriba. En él confluirán un antiguo compañero universitario con el que años atrás tuvo un encontronazo a causa de una mujer, un clown con problemas de ansiedad incapaz de escribir dos frases seguidas con un mínimo de sentido, una mujer callada poseedora de unos ojos capaces de irradiar una luz oscura bastante inquietante, perpetradora de unos relatos realmente terroríficos, una adolescente cuyos padres la obligaron a apuntarse al taller para tratar así de encauzar su aptitud innata para la mentira y tres jubiladas con mucho tiempo libre y poca pericia literaria. A este elenco de personajes, hay que añadir a la agresiva y desequilibrada Silvia, conserje del Centro Cultural Resistencias, lugar en el que se imparte el taller de escritura.
Tres meses después de iniciarse el taller, Santi Biza empieza a recibir mensajes anónimos intimidatorios. Cualquiera de sus alumnos podría estar detrás de ellos. Esos mensajes consiguen que asuntos del pasado que Biza creía superados regresen al presente. No, Biza no fue ningún santo, pero ya ha pasado mucho tiempo de los salvajes años noventa. Los mensajes no cejan y ponen en jaque la integridad mental del protagonista. Llega un momento en que el profesor teme por su vida y por la de su familia. Es necesario intentar desenmascarar al acosador. ¿Será capaz de hacerlo antes de que esos mensajes arruinen la vida más o menos perfecta que Biza creía haber conquistado?
Propuesta editorial:
Creo que fue Bolaño el que dijo que toda novela debería escribirse como si fuera un policial, aunque no fuera un policial. Esta propuesta responde a esta idea. Por un lado, hay intriga, tensión narrativa que va en aumento a media que nos acercamos al clímax. ¿Quién es el autor de los mensajes intimidatorios? ¿Por qué lo hace? ¿Qué tiene contra el protagonista? Por otro lado, la novela busca ser un ejercicio práctico de cómo escribir una novela. Ahí están el planteamiento, nudo y desenlace, sus puntos de giro, su clímax, en fin, todas esas cosas que se ven en los talleres de escritura. Así, en última instancia, la novela funciona como reflexión sobre el hecho de escribir ficción. ¿Es posible enseñar a escribir? ¿Sirven de algo los talleres? Pero sin perder de vista en ningún momento que lo verdaderamente importante, más allá de la reflexión que provoque el relato, es el relato mismo, los mecanismos que hacen que su lectura no resulte aburrida.