10/11/16.- Ganó
Trump y yo me puse (¡por fin!) con el césped del jardín. La chica que me vendió
las semillas me advirtió de la inconveniencia del momento. En breve llegará el
frío de verdad y eso no es bueno para el césped. Decidí arriesgarme. Ya de
noche, duchado y cenado, me senté frente al televisor y vi un poco de tele: las
explicaciones (por qué pasó lo que pasó) y predicciones (qué podemos esperar del futuro) de los expertos. Todos parecían satisfechos, recién
aterrizados de un viaje alucinado. Apagué el televisor y me fui a la cama. Coni
me esperaba despierta. Decidimos ver el primer capítulo de Utopía.
La
mayoría somos simples y sentimentales. En política, los discursos elaborados no
funcionan. Si quieres conquistar el corazón del gran público deberás elaborar
discursos simples y sentimentales. No hay más.
11/11/16.- Ayer
murió Leonard Cohen. Me apetece transcribir la carta que el canadiense envió a Marianne
cuando supo que ésta estaba a punto de morir. No he podido evitar emocionarme
al leerla. «Bien, Marianne, hemos llegado a este tiempo en que somos tan viejos
que nuestros cuerpos se caen a pedazos; pienso que te seguiré muy pronto. Que
sepas que estoy tan cerca de ti que, si extiendes tu mano, creo que podrás
tocar la mía. Ya sabes que siempre te he amado por tu belleza y tu sabiduría
pero no necesito extenderme sobre eso ya que tú lo sabes todo. Solo quiero
desearte un buen viaje. Adiós, vieja amiga. Todo el amor, te veré por el camino».
Ya
lo dije, simples y sentimentales.
17/11/16.- El
mayor enemigo de occidente es el islamismo radical, aceptemos esta premisa. Sus
métodos nos repugnan y asustan a partes iguales, o eso decimos. Me pregunto qué
opción vencería si convocásemos un referéndum con la siguiente pregunta: ¿Está
a favor de la incorporación del castigo corporal, latigazos por ejemplo, en el
código penal español? Últimamente, los demócratas convencidos andan asustados.
¿Saber lo que piensa la gente? ¡Qué locura! Ejercicios de riesgo, los justos.
Ah la voluntad del pueblo, ¡qué peligrosa puede ser! ¿Y cómo hemos llegado a
esta situación?, se preguntan algunos, incrédulos. Pienso que tal vez nunca
alcanzamos las metas que creímos conquistar. A su vez, llevo días con el nombre
de Odo Marquard en la cabeza. El pensador alemán aseguraba que “cuando los
progresos culturales son realmente un éxito y eliminan el mal, raramente
despiertan entusiasmo; más bien se dan por supuestos, y la atención se
concentra entonces en los males que continúan existiendo”. ¿Irán por ahí los
tiros? No lo sé. Lo que sí sé es que el futuro inmediato parece sonreír a
aquellos que creen en milagros. ¡Temblad, tecnócratas! El infierno existe y os
está esperando…