lunes, 16 de julio de 2018

Tres artículos: Va de bandos, Eso del fútbol, Vaticinios

El otro día me dio por pensar en lo muy nacionalistas que son algunos destacados antinacionalistas. Imagino que no precisarán que les exponga ningún ejemplo; basta con que echen un vistazo al periódico que tienen entre las manos para encontrárselos. Al final, como en el fútbol o la literatura, la cosa va de bandos. Olvídense de toda esa retórica más o menos intelectual. O estás conmigo, o estás en mi contra. Al enemigo, ni agua. El bilardismo es norma universal. Lo del fair play solo sirve para anuncios de Nike y terapias de pareja. Pero me paso de frenada. Lo que yo quería comentar no pasa de anécdota banal. La otra tarde, un amigo –enemigo acérrimo del nacionalismo– se lamentaba por la falta de escritores autóctonos en los planes regionales de lectura dirigidos a los habitantes de la región en cuestión. Su comentario denotaba preferencia por el lugar de nacimiento de los escritores antes que por su obra. Como comprenderán, ni se me pasó por la cabeza hacérselo ver. A estas alturas de la vida, no me sobran los amigos. (ÚLTIMA HORA, 19/06/18)

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Pensaba –yo también– explicarles en qué consiste eso del fútbol. Para mí, que llegué a entrenar en Tercera División con el Atlético Baleares, este negocio no tiene ningún secreto. Entiendo que usted piense que sabe más de fútbol que yo, pero –no se engañe– no es así ni lo será nunca. Mi intención, nada más fallar el penalti Iago Aspas, era aclarar al mundo entero los motivos de la prematura eliminación de nuestra ultra defensiva selección nacional y, sobre todo, exponer lo que deberíamos haber hecho para alzarnos con la copa de campeones. Pero no voy a hacerlo. Y no es que tema ser llamado ventajista –me han llamado cosas peores–, o que no me guste hacer leña del árbol caído. Hacer leña del árbol caído está muy bien, aquí siempre nos gustó mucho. Pero no eso, para nada. Es que no quiero resultar cansino. Si de algo tenemos un stock excesivo en este país es de infalibles seleccionadores nacionales. No hay familia que no tenga el suyo. ¿Y qué me dice de sus amigos? Así que yo, infalible entre los infalibles, voy a ahorrarle otro discurso aleccionador sobre la selección española y su juego. Estoy seguro de que me lo agradecerá. (ÚLTIMA HORA, 03/07/18)

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Desde 2007, se vienen repitiendo con regularidad aplastante los vaticinios que anuncian diferentes finales, a saber: el de Europa, el de España, el de Mallorca. Europa se disolverá, España se romperá, Mallorca explotará. Sus enemigos nunca descansan, aseguran. A fuerza de repetirlo una y otra vez, con periodicidad semanal, es posible que alguna de estas predicciones se acabe cumpliendo. Cuando ocurra, nadie podrá alegar el típico «no nos avisaron»; lo hicieron, joder si lo hicieron. Por activa y por pasiva. Pero los aprendices de pitonisas tampoco podrán colgarse medallas en la pechera. Si me paso la vida diciendo que te vas a morir –no te conozco, lector, pero es algo que tarde o temprano ocurrirá, debes asumirlo–, llegará el día en que acierte el vaticinio. Eso sí, mi único mérito será el de la insistencia –y el del mal gusto. Hasta la fecha, la eternidad es atributo de Dios, los agoreros y nuestras ganas de ponerlo todo patas arriba. En esas estamos, como siempre. ¿Acaso no es divertido? (ÚLTIMA HORA, 17/07/18)