martes, 12 de febrero de 2019

Algo sobre Serotonina, de Michel Houellebecq


El protagonista de la última novela de Houellebecq es Francia. Decir Francia es decir Europa, es decir la sociedad occidental. Para potenciar el desmoronamiento que sufre el protagonista, Houellebecq utiliza una metáfora: Florent-Claude Labrouste. Hábilmente, Houellebecq desplaza el foco del protagonista a la metáfora que utiliza para mostrar (denunciar) el hundimiento general. Así, el hundimiento de Florent-Claude Labrouste es en realidad el hundimiento de Francia, de Europa, de la sociedad occidental. ¿Y cuáles son esos males que aquejan a su protagonista, es decir, esos males que nosotros, los accidentales, los europeos, padecemos, esos males que nos arrastran a la irrelevancia, es decir, a la desaparición? Básicamente, el conformismo, la incapacidad para la lucha. Según Houellebecq, esa parálisis se llama socialdemocracia. Así, Florent-Claude Labrouste es alguien que desprecia la socialdemocracia por haberse olvidado de aquellos a quienes debía proteger. ¿Proteger de qué? De la globalización, claro. Por esto mismo, Florent-Claude Labrouste se desprecia a sí mismo. Al fin y al cabo, él tampoco fue capaz de proteger (conservar, cuidar) aquello (lo único) que realmente importaba, lo que daba sentido a su vida.