lunes, 17 de noviembre de 2008

Somos el Titanic


Cuenta Zygmunt Bauman como Jacques Attali, en julio de 1998, desde el periódico galo Le Monde, explicaba, con palabras proféticas, el gran éxito comercial de la película Titanic. El economista francés aseguraba que “Titanic somos nosotros, es nuestra triunfalista, autocomplaciente, ciega e hipócrita sociedad, despiadada con sus pobres; [...] Todos suponemos que, oculto en algún recoveco del difuso futuro, nos aguarda un iceberg contra el que colisionaremos y que hará que nos hundamos al son de un espectacular acompañamiento musical.” ¿Eran realmente proféticas las palabras de Attali? ¿Hemos colisionado con el gran bloque de hielo que nos ha de hundir? Desde que el hombre es hombre, siempre han existido los agoreros del futuro, y muchas veces han acertado, es cierto, pero la historia ha seguido su curso y nos hemos repuesto y hemos olvidado para así poder cometer los errores de siempre, los que me temo estamos destinados a perpetrar hasta que el planeta ya no aguante, esté o no esté de acuerdo Aznar. Pero lo que más me gusta del comentario de Attali es cuando dice que nuestra hecatombe se producirá con “un espectacular acompañamiento musical”. Supongo que se refería a esa amalgama de comentarios vertidos desde la prensa especializada, opiniones de columnistas de tres al cuarto (yo mismo), reuniones de los líderes de las grandes potencias (con o sin Zapatero), imágenes en los telediarios donde tipos encorbatados se llevan las manos a la cabeza, conversaciones de bar a mitad de camino entre la ignorancia y el temor, la risita cargante de los que aseguraban (¿el propio Attali?) que esto se veía venir, ese fraseo incomprensible de los que desean, al no tener nada que perder, que todo estalle. Una música estridente, cacofónica. Mejor cambiar de emisora. Si el barco ha de hundirse, comportémonos de manera elegante. Me acomodo en una hamaca de la cubierta del Titanic y me pido un gin-tonic. En mis oídos, procedente de mi iPod, la voz de Madeleine Peyroux. A mi mente acude una frase de Georges Braque: “El cometido del Arte es turbar. El de la Ciencia, apaciguar.” Pienso en los economistas, esos seudo-científicos, y en la voz aterciopelada de la estadounidense. Qué quieren que les diga. Todas las frases célebres admiten excepciones.
UH, 21/11/08