jueves, 12 de febrero de 2009

Alma de grupi

Deseo de ser joven, muy joven –llamemos a las cosas por su nombre, dejemos en paz al indio kafkiano­– para saltar y cantar sin sentido del ridículo, completamente entregado, las canciones de Vetusta Morla, pese a las pequeñas faltas ortográficas (un mal en crecimiento, la carcoma de nuestros palacios de verano), la voz siempre rayando lo desagradable, seductora al fin, convincente; el arte de decirlo todo sin apenas decir nada; dejar que el receptor rellene e interprete, es cómodo y elegante, es más, lo exigimos ardientemente. Por lo demás, una cosa está clara: sigue habiendo mucho idiota ahí fuera...

[Breve paréntesis. Sobre el sentido de la entrega: Los occidentales “han perdido por completo el sentido de la entrega. Por mucho que se esfuercen, no consiguen que el sexo sea algo natural (...) Es imposible hacer el amor sin un cierto abandono, sin la aceptación, al menos temporal, de un cierto estado de dependencia y de debilidad. La exaltación sentimental y la obsesión sexual tienen el mismo origen, las dos proceden del olvido parcial de uno mismo; no es terreno en el que podamos realizarnos sin perdernos. Nos hemos vuelto fríos, racionales, extremadamente conscientes de nuestra existencia individual y de nuestros derechos; ante todo, queremos evitar la alienación y la dependencia; para colmo estamos obsesionados con la salud y con la higiene: ésas no son las condiciones ideales para hacer el amor”] Michel Houellebecq

Claves para entendernos: el individualismo y la necesidad de huir a toda costa
y es que...
vivimos siempre en mundos inventados
porque no existe otra manera
de habitar este mundo
sino inventándolo
inventándonos
siempre
fin
.

Debo encontrar un lenguaje que me traduzca.
Soy un idioma en proceso de extinción.
Vuelvo a escuchar copenhague:

“Dejarse llevar suena demasiado bien”.

Para sobrevivir, llevar una doble vida. Como mínimo.
Las necesarias para desaprender tantas lecciones embrutecedoras.
En realidad, tengo alma de grupi.