domingo, 22 de febrero de 2009

FRÍO


Dicen que los pies fríos de la ciudad son consecuencia de una circulación defectuosa. Mi amor, tú sabes que no se trata de nada personal, que sólo puedo abrazarte desde este febrero insulso repleto de alcantarillas y atascos y caídas bursátiles y tres millones de parados camino de los cuatro. No me hicieron bien, algo falló aquel septiembre, y desde entonces arrastro este frío que sólo algunas noches consigo olvidar. Soy amigo del vino y la pereza. Ahí tienes la clave. La orografía de mi secreto, hecho de carencias y chistes malos. Por eso entiendo que no quieras mis abrazos, y que los niños me lancen las piedras de una ciudad que empieza a derrumbarse como todo lo que es levantado por el hombre y sus manos expertas –como las tuyas cuando se trata de animarme y condesciendes a dar sentido y calor a mis días. Tanto suicidio, genocidio, desertización, deforestación, calentamiento, malnutrición, epidemia, y sólo puedo amarte con este amor que, digan lo que digan, tirita de frío y se asemeja a las estelas que dejan los aviones en el cielo de la ciudad.