miércoles, 1 de abril de 2009

En el centro invisible de la Historia

Quedo para comer con mis padres y decido acercarme hasta su casa caminando. Un gesto ecológico y saludable, además de económico. Para que no digan que no miro por el bien de mi ciudad. Camino junto a la vía de cintura. Me detengo un minuto frente al estadio Balear, testigo de naufragios y tedios infinitos. Llegan imágenes de cuando, flaco y melenudo, defendía la camiseta blanquiazul. Si no recuerdo mal, ganamos la Copa Presidente en una disputada final contra el Ramón Llull. Mi marcador (evidentemente, yo jugaba de delantero) fue David Castedo. Evidentemente, no toqué pelota. Cruzo el puente y me interno en Son Gotleu. Siempre me han gustado las zonas degradadas. Muchos de los mallorquines de nuevo cuño no hablan ni castellano. Soy consciente de estar atravesando uno de los guetos del primer mundo. Huele a especias, a fritura, a sueños transpirados en colchones de tercera. Negros altos y majestuosos hablan en móviles de última generación. Proliferan los locutorios y los desconchados, las viviendas de protección oficial envejecidas, de los años 70 y 80. Un grupo de gitanas ruidosas entra en un bazar chino. Pienso en los movimientos migratorios originados por el hambre y las represiones, por las promesas de una vida mejor. Pienso en la realidad de los telediarios y en esta otra, casi idílica. Todos somos hermanos, respiramos el mismo aire. Estamos destinados a odiarnos, pero ahora reina la paz. Sé que todo estallará, pero yo camino por estas calles y por un instante me siento en el centro invisible de la Historia. Sé que la Historia se escribe en habitaciones secretas, al margen de los que la padecen. No soy tan ingenuo. Llego a la plaza Teniente Coronel Franco, con dos cojones. Seguro que si le cambian el nombre habrá quienes protesten. En fin, a quién puede importarle. Hablo de fútbol con mi padre, de cortinas con mi madre. Pienso en ellos 20 años atrás, cuando cada fin de semana iban a verme jugar a fútbol. Recorrieron todos los campos de Mallorca. Fuimos como inmigrantes persiguiendo el sueño de una vida mejor. No lo logré, pero queda el recuerdo. Me despido. Anochece. Cambio de ruta para volver a casa.
UH, 01/04/09