martes, 29 de junio de 2010

Nostradamus encorbatados


Platón excluyó de su República a los poetas. El hecho de haber conocido a unos cuantos hace que no se lo reprochemos. Se me ocurre que el griego, de haber nacido en estos tiempos, haría lo propio con los economistas, los cuales compiten en volubilidad, gestualidad y egolatría con los habitantes del Parnaso, ciudad sobrepoblada. Ver un debate entre economistas resulta mucho más entretenido que cualquier partidazo del Mundial. Como algunos poetas y filósofos, saben que poseer un lenguaje críptico es salvoconducto inestimable para acceder a los altares del éxito. No hay mejor baza para alcanzar la inmortalidad que el suicidio o la cháchara hermética. Se asemejan a los periodistas deportivos en lo certeros que resultan a posteriori. Entonces son infalibles. Analizan que da gusto. Tienen algo de críticos literarios. Podría pasarme horas y horas frente al televisor viendo debates entre expertos en economía. Su aura religiosa hace que confiemos ciegamente en sus profecías, aunque después nunca se cumplan. Nostradamus encorbatados, siempre tienen una explicación certera de por qué las cosas no fueron como tendrían que haber ido. Sus propuestas y conclusiones suelen ser aplicables tanto al fútbol como a las relaciones sentimentales. No les basta con dominar su ciencia; para ser verdaderamente competentes, deben demostrar un dominio profundo de la psicología y la parapsicología. Cuando las cámaras no los enfocan, no es difícil sorprenderlos con la mirada perdida en el infinito. Hablan con Dios. Elaboran recetarios. Tienen alma de chamanes. Acumulan todo el saber de la humanidad. Bien pensado, mejor dejamos que se queden con nosotros. Nuestra república de Ikea los necesita.

ULTIMA HORA, 29/06/10