martes, 22 de junio de 2010

Despedidas y nostalgias


Vivimos inmersos en una época de despedidas. Perplejos, le decimos adiós a la era Gutenberg. Y digo perplejos porque seguimos comprando libros religiosamente y porque no entendemos que pueda hacerse algo mejor que un libro. Ya lo dijo Humberto Eco: “El libro es como la cuchara, el martillo, la rueda, las tijeras. Una vez se han inventado, no se puede hacer nada mejor”. Evidentemente, estamos hablando de literatura. En este artículo breve para un largo adiós no se piensa en manuales de derecho ni en recetarios gastronómicos. Además de a la era Gutenberg, también le decimos adiós al estado del bienestar. Y nuestra perplejidad no es menor. Que las leyes del mercado se hayan convertido en nuestro único Dios verdadero hace que los ateos miremos al cielo interrogándolo. Esto me lleva a pensar en algo que escribió Antonio Machado: “Cuando el hombre deja de creer en lo absoluto, ya no cree en nada. Porque toda creencia es creencia en lo absoluto. Todo lo demás se llama pensar”. ¿Leyó Nicanor Parra a Machado? ¿Y George Steiner? La nostalgia de lo absoluto hará que todo se derrumbe, ahí va mi predicción (nada original). Sigo jugando a ser Aramis Fuster: los llamados progresistas de hoy (alguno queda) serán los conservadores de mañana. Será necesario rescatar conceptos como alma, sacralización de la vida o dignidad, tan denostados. Volver a apostar por lo duradero. Y, como dice Jean-Claude Carrière, no hay nada más efímero que los contemporáneos soportes duraderos. Volver al papel, a la tierra, a las sillas en las aceras al caer la tarde. Y se lo dice alguien que siempre utiliza el ordenador para escribir y que nunca ha sembrado una semilla. Las plantas se me mueren. Nada que hacer.

ULTIMA HORA, 22/06/10