martes, 14 de septiembre de 2010

Prohibición del fútbol


El otro día conocí al único tipo en este país que sabe menos que yo de fútbol. Cosas así hacen que renueve mi fe en la naturaleza humana. Todo ocurrió en un bar. Las cosas importantes de la vida siempre suceden en los bares. ¿De qué pueden hablar cuatro tíos en un bar? De fútbol o mujeres. No hay otra. ¿Acaso no sabían que España siempre destacó por la gran imaginación de sus escritores? Apurado el tema mujeres, nos zambullimos de pleno en el fútbol. Hablar hoy de fútbol en España es hablar de Mourinho y Guardiola. Aunque el tema sea el sonrojante 4-1 que Argentina le endosó a la campeona del mundo, el tema acabará derivando en Mourinho y Guardiola. El ying y el yang y todo ese rollo orientalista. Los madridistas opinaban que, los barcelonistas opinaban que, etc. Yo, que siempre he sido contrario a toda clase de religión, me rebelaba contra unos y otros. De hecho he decidido iniciar una campaña para promover la prohibición del fútbol. Sondearé el Parlamento catalán, a ver qué opinan. Antes que con los toros o el tabaquismo, acabemos con el fútbol. Por un mundo libre de fanatismos. Bueno, aún no he decidido el lema. Soy escritor y español (soy más escritor que español, cuestión biológica), o sea que mi imaginación no conoce límites. Tendría que haberme hecho publicista. En fin, a lo que iba. El otro día conocí a alguien que sabe de fútbol menos que yo. Enmarcado en un aura beatífica, como en los mejores momentos de ZP, opinaba que el fútbol es la gran alianza de civilizaciones, la única religión capaz de unir a los diferentes pueblos. Cuando siguió con eso de que el fútbol es fiel reflejo de la vida, decidí que ya había tenido suficiente. Metáforas, las justas.

ULTIMA HORA, 14/09/10