La primavera nos tiene alterados. No, no voy a hablarles de Sortu ni de faisanes, ni de espías o expedientes de regulación de empleo pagados con fondos públicos. No pienso perorar sobre lo que pasa en el norte de África o en el Oriente Próximo, ni sobre el emperador Akihito arrodillado frente a una mujer con mascarilla en el rostro, una mujer que ha perdido todo cuanto tuvo. Tampoco del abismo existente en España entre la clase política y el resto de ciudadanos. Quiero hablar de la sangre que nos bulle y nos empuja como una condena que aceptamos gustosamente. Quiero hablar de mis ganas de secuestrarte durante las próximas semanas. Quiero que me mientas y mentirte y ponerme ciego de cervezas y risas y atardeceres. Quiero apurar este minuto, hacer planes imposibles, escribirte un poema que humedezca tu resistencia. Es la primavera. A todos nos afecta de forma diferente. A una amiga le dio por pintar de azul las paredes de su casa y su pasado; a otra, por renovar su fondo de armario y sus ganas de mí. Yo me escabullo porque tengo otros planes. Me he propuesto encontrar aquel unicornio extraviado. Y nada tiene que ver que mi hija lleve meses pidiéndome una mascota. Quiero pasarme por tu casa montado en el unicornio e invitarte a cenar. Con la primera copa, te prometeré amor eterno; con la segunda, ya andaré pensando en otra. Pero no debes enfadarte; no soy yo, sino la primavera. Como decía el poeta, el amor en casa propia pronto pierde la emoción y al rato anda en zapatillas. Por eso te voy a llevar a un telo que, en lugar de por horas, cobra por besos. Nos va a salir por un ojo de la cara, quedas advertida. Pero no debes culparme. Ya te dije: es la primavera.
ULTIMA HORA, 05/04/11
Waiting for Paco Cifuentes.
Todas las mujeres de la isla
y algunos hombres
esperan tu venida…