miércoles, 17 de agosto de 2011

Anoche estuve con tres mujeres: Gladys González, Chus Sanesteban y otra cuyo nombre tengo prohibido mencionar


Se trata, qué pensabas, de sexo. Como saben los párvulos, el sexo va más allá de la mera penetración (de las confesiones y besos al coito por los tres orificios). La poesía, por definición, es sexual. Escribimos en el ordenador, el mismo desde el que visionamos el porno gratuito que nos proporciona Internet; el mismo que nos conecta a la realidad: Facebook (pornografía sutil). Así que estuve con tres mujeres. Soy generoso. Incomprensiblemente, una de ellas no quiere que se sepa su nombre. Bromeando le digo que se ha equivocado de siglo. Le guardaré el secreto.


EL TERRITORIO DEL CORAZÓN (de Gladys González)

Bajaba del colectivo
y miraba tu calle
desde Gran Avenida
hasta Santa Rosa
caminaba
alrededor de tu casa
marcando el territorio del corazón
como un perro
te esperaba
en las escaleras del metro
por si ibas a trabajar
en la mañana
o si regresabas
para almorzar
después
vino la noche
y Aretha Franklin
el ron con cocacola
y el whisky en los bares
las llamadas telefónicas
entre fiesta y fiesta
los viajes en taxi en la madrugada
para ir a buscarte borracho
a los paraderos
vinieron el descontrol
los baños públicos
las peleas
las esposas y las antiguas amantes
el viaje a Argentina
los perros muertos
los almuerzos en el mercado
y los poemas
todas las noches
te busco
sentada en las cunetas
donde vas a beber
te espero en el bar
hasta que se hace de día
y apareces
con un librito
en la gabardina
un librito
en el que está dibujado
mi corazón


20 AÑOS (de Chus Sanesteban)

Me echo de menos en el adiós de tu boca.
Revivo aquel instante como adicta
al sufrimiento que no deja de pensar.
Cuelgan de tu sonrisa péndulos de compensación,
palabras insonoras que el reloj marino
dicta cuando llegas a la meta.
Todavía escucho los gritos temblorosos de tu victoria.


Sin título (de aquella cuyo nombre no puedo mencionar)

mi rostro deslizándose como tu semen
por la loza blanca del inodoro me derrito
por dentro te llamo en un goteo irrefrenable
con urgencia contenida conservo
la orografía que supiste inaugurar
me llamabas putita y tendrías que verme
pintarrajeada espantapájaros colgado
del tendido eléctrico de tu ausencia

por qué no pruebas a odiarme
estoy a oscuras