viernes, 17 de agosto de 2012

3 argentinos + 1 español: Pedro Mairal, Juan Terranova, Matías Néspolo y Andrés Barba



Leo tres cuentos de tres autores argentinos diferentes y los tres me gustan. Concretamente: El hipnotizador personal, de Pedro Mairal; Diario de un joven escritor argentino, de Juan Terranova; y El hachazo, de Matías Néspolo. ¿Por qué argentinos? Cosas del azar y la red. Absurdo explayarse en este punto. Ya habrá tiempo de cambiar de nacionalidad. Por si a alguien le interesa, los tres cuentos están disponibles en internet.

Resulta inevitable (al menos a mí me resultó inevitable), al leer El hachazo, pensar en el cuento La hoguera, de Jack London. Una angustia similar se apodera del lector. Néspolo, que nació en el 75, abrevia el trámite y nos ahorra según qué detalles. Digamos que va al grano. El resultado: un cuento redondo que se lee en un suspiro.

La libertad que permite la escritura diarística siempre me ha subyugado. Como lector y escritor. Mis dos siguientes novelas (todavía inéditas, veremos hasta cuándo) adoptan este formato. Facilita las digresiones, hace que nos sintamos (y no importa que sea algo ilusorio) más cerca del escritor. Si a esto le sumamos que siempre me interesó el discurso de los escritores sobre el hecho de escribir, normal que Diario de un joven escritor argentino me gustara.

En El hipnotizador personal se nos habla de los primeros amores y escritos. Uno de esos temas eternos sobre los que nunca nos cansaremos de leer. Los pipiolos, porque se sienten identificados; el resto, por una cuestión de nostalgia.

Pero hagamos que nuestro discurso se torne nacionalista y reivindiquemos un autor español. ¿El elegido? Andrés Barba. ¿Por qué? Porque hace unos días terminé de leer La hermana de Katia. ¿Algo más? Y me emocionó. ¿En serio? Totalmente.

Decir a estas alturas que Andrés Barba es una realidad indiscutible del panorama literario en castellano es caer en una obviedad un tanto grosera. Pero nunca nos importó demasiado pasar por obvios ni por groseros.

De Barba había leído Agosto, octubre (ver entrada en este blog de fecha 2 de enero de 2011), novela que hizo que me enamorara del escritor madrileño. Pese al enamoramiento, no volví a reincidir –y me sería difícil concretar los motivos.

Pero nunca es tarde si la dicha es buena. O eso dicen.

Quedaría bien decir (y no mentiría) que siempre me interesaron las primeras novelas (las primeras publicadas, se entiende) de los escritores por los que siento admiración. Para autoflagelarme (la mayoría de veces) o darme ánimos (casi nunca). Pero no. Si me hice con La hermana de Katia fue porque andaba con prisas en busca de una novela barata (o sea, edición de bolsillo) para el viaje por tierras francesas de hace unos días y, de entre la oferta expuesta en la librería de turno, ésta fue la que más llamó mi atención.

Después de autoflagelarme, debo decir que fue una elección afortunada.

De hacer hoy la selección que hice el pasado 23 de julio, probablemente La hermana de Katia entraría en el equipo titular. ¿Qué novela se caería del 11? No sé. Tal vez Zama, tal vez Entre los archivos del distrito; o puede que alguna de Levrero, por aquello de la diversificación: La ciudad o El lugar podrían ser las elegidas.

Y creo que por hoy es suficiente.