martes, 21 de agosto de 2012

Vibra agosto

La mujer viene directa hacia mí. Tiene uno de esos tics consistente en alzar las cejas a la vez, como si saludara, pero yo todavía no lo sé y creo que me saluda. Pese a que no la conozco, le devuelvo el saludo con una de esas sonrisas ladeadas que fácilmente pueden confundirse con un tic. Como la mujer insiste en el movimiento de sus cejas, yo –que soy muy listo y muy desconfiado– empiezo a recelar. De todos modos, no abandono mi sonrisa ladeada de reconocimiento fingido. Finalmente, quedamos uno frente al otro y es entonces cuando me percato de que la mujer sufre un tic facial. Desvío la mirada y finjo ser víctima de un tic labial para así justificar mi sonrisa ladeada de reconocimiento fingido. Llego a un semáforo y abandono mi sonrisa ladeada. A mi lado, ocho mujeres de raza negra, dos mujeres musulmanas con sus pañuelos y velos y cuatro alemanotes con cara de perdidos. Es inhumano pasear al sol y sin embargo las calles están a reventar. Inevitable pensar en la Babel en que todas las ciudades se han convertido. Doblo por Anselm Clavé y me doy de bruces con un tipo que habla solo. Tiene el rostro púrpura y no es por el sol. Me apetece llegar a casa. Me esperan la piscina y un libro de Fabián Casas. Tengo la moto frente al Mercat de l’Olivar. A la altura del Bingo Balear, un matrimonio de británicos me pregunta por la catedral. En Sant Miquel, una banda callejera ameniza la tarde. Una mujer salida de Las mil y una noches danza sensualmente. Pienso que en cualquier momento todo va a estallar. 

ULTIMA HORA, 21/08/12