martes, 11 de septiembre de 2012

En la suite del Burj Al Arab

Algunas noches me da por entrevistarme. Suelo mostrarme distante e irónico, como si las preguntas que me hago me fastidiaran ligeramente. Está de más decir que en el fondo me encanta, pero no queda bien reconocerlo... En fin. Empiezo por desdoblarme. Mi yo desdoblado suele adquirir la forma de alguna mujer monumental. La escena, por lo general, se desarrolla en un hotel de lujo. Para esta ocasión, mi yo desdoblado se ha transformado en la periodista rusa Anne Vyalitsyna, ferviente admiradora de mi literatura, traducida al ruso desde el año 2003. Dice la rusa: “Una vez le leí que concibe el poema como lugar idóneo donde experimentar sin restricciones con el yo biográfico y el lenguaje. Pero ¿no se supone que el poeta es un fingidor?”. Ahora es cuando coloco en mi rostro mi sonrisa más irónica. Advierto: suelo dar mucha rabia. Antes de responder, le indico al camarero con un gesto de la mano que quiero otro dry martini. “No veo la contradicción por ninguna parte. Por otro lado, podría decirle que siempre es un fingidor, no sólo cuando escribe poesía, sino también cuando escribe artículos de opinión o responde a las preguntas de una periodista, por muy guapa que ésta sea. Ese experimentar, además, abarca el fingimiento. Y otra cosa: el yo biográfico lo comprende todo”. Llegados a este punto, suelo citar a Wittgenstein. Hoy en día, si no citas a Wittgenstein al menos una vez por semana, eres considerado un tarado. Esto, sin excepción, derrite a las periodistas rusas. Imagínense cómo termina la noche. 

ULTIMA HORA, 11/09/12