martes, 27 de noviembre de 2012

Tiempo de morralla

Soy incapaz de ver un partido de fútbol de principio a fin. Me falta paciencia. Pronto me aburro y empiezo a tontear con el móvil, o a hacer zapping, o me pongo a escribir un artículo como este. No lo entiendo: antes amaba este deporte. Ignoro qué ha pasado. Esta desafección se ha ido produciendo poco a poco. La erosión no es efectista, pero sí efectiva. Lo tuve claro en el último partido de Champions del Madrid en casa. El partido era más o menos importante y el rival, el Borussia Dortmund, no era moco de pavo. Para mi sorpresa, acabé quitando el volumen al televisor y estirándome en el sofá para proseguir con la lectura de una novela que me tenía enganchado. ¿Será reversible este proceso? Esta desafección no impide que utilice el fútbol como metáfora. Esto, sin duda, es un recurso muy nuestro. Al grano. Por lo que veo y cuentan, parece que nos dirigimos a un modelo de sociedad en que los ricos de cada vez serán más ricos, más inalcanzables, la clase media (ese antiguo orgullo europeo) irá menguando y la clase baja (el proletariado de antes) crecerá en volumen e insignificancia. ¿No les recuerda a lo que pasa en la liga española? Tenemos a dos súper poderosos, una clase media compuesta por tres o cuatros equipos intercambiables y, en último lugar, la morralla, ese pelotón de cola totalmente superfluo, que a duras penas consigue despertar el interés de los suyos. ¿Le parece desolador? Pues espere a que implanten esa nueva Liga Europea en la que ya trabajan… No, mejor hablamos de fútbol. 

ULTIMA HORA, 27/11/12