La
palabra desgarro goza de gran prestigio entre poetas fácilmente impresionables
y sodomitas crueles. Si el sodomita cruel es, además, un poeta fácilmente
impresionable, entonces la cosa se dispara… Pero pongámonos serios, o tristes
(son términos que la gente tiende a confundir). La escena que voy a narrar transcurre
en un bar. La protagoniza un servidor. Me hallo frente a un café y un libro
abierto. Un libro de poemas. Un libro editado en 1984. Un libro de un poeta
checo. Un poeta galardonado con el Nobel de Literatura. Cierro el libro. Miro
al alrededor. Un local concurrido. Dependientas de las tiendas vecinas se
toman, como yo, sus cafés matutinos. De pronto, una pregunta me asalta. Mi
mente la formula de manera desestructurada, algo así como un gemido de baja
intensidad. Mi yo racional la traduce: ¿Quién recuerda a Jaroslav Seifert?
¿Quién lee sus poemas? ¿Es posible que ahora mismo, en este preciso instante,
sea la única persona en España que esté leyéndolo? Una sensación extraña, más
bien triste (pero de una tristeza, en todo caso, de baja intensidad) se instala
en mi interior. Bajo la cabeza y prosigo con la lectura. Me cuesta
concentrarme. Las frases de este artículo empiezan a entremezclarse con los
versos de Seifert. Además, este apellido me recuerda al empleado por Robert de
Niro en la maravillosa El corazón del
ángel: Shiffer, Lou Shiffer, el mismísimo Lucifer. Joder, estoy fatal. Estar
fatal goza de gran prestigio entre los poetas. Ignoro qué pensarán del tema los
sodomitas crueles.
[Escrito
la semana pasada y publicado hoy en ULTIMA HORA]
Posdata:
Confirmo el diagnóstico (lo de estar fatal). Mi novia me lo recuerda cada
mañana. Tal vez sea porque cada mañana le recito los versos de “El paseante” [*],
poema incluido en Limpieza y absorción.
Mi médico me ha prescrito la lectura diaria de un poema de Juan Carlos Mestre.
Yo, que soy aprensivo y exagerado, leo cuatro o cinco. A estas alturas soy
incapaz de determinar si tal medida lima o hincha mis protuberancias. Como
acción compensatoria, cada noche escucho varios temas de Sethler, el alter ego
musical de Hugo Martín Cuervo.
Se admiten sugerencias.
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