Una vez más, la realidad ha venido en mi ayuda. Ahora soy capaz de ponerle nombre a esto que me sucede desde hace un tiempo. Soy víctima de escraches sistemáticos. Son tan virulentos, que casi me entran ganas de solidarizarme con Toni Cantó. No sé si todos somos nazis (como sostiene una prostituta alemana en un poema de José María Álvarez) o solo algunos (como sostiene Cospedal), pero las maneras de los responsables de estos escraches que vengo sufriendo son verdaderamente truculentas. Estoy por llamar a algún delegado del gobierno. Necesito que me echen una mano. Me resulta indiferente que sean etarras, nazis o miembros de la KGB estos que vienen a perturbar mis horas de descanso… Bueno, si solo fueran las horas de descanso, no me sentaría a escribir un artículo llorón como éste. La cosa va mucho más allá. Ya se atreven con mis horas laborales, ¡incluso con los minutos destinados al amor! Mis vidas son un infierno. Hasta hace poco, la vida paralela que llevo en mi imaginación era un remanso de paz, allí podía disfrutar, sin incidentes, de esa vida que no soportaría llevar en la llamada vida real. ¡Pero incluso hasta allí han llegado estos desgraciados! Ya no descarto que Julian Assange se encuentre detrás de esta campaña en mi contra. ¿Cómo, si no, lograron las claves de acceso a mi realidad paralela? No existe lugar en que me pueda esconder. Necesito ayuda. Que alguien haga algo con todos los poemas, cuentos y novelas que no escribí, que no seré capaz de escribir. Van a acabar conmigo.
ULTIMA HORA, 23/04/13