sábado, 13 de julio de 2013

Piscinas iluminadas en La Bolsa de Pipas

El nº 90 de La Bolsa de Pipas, Román Piña (editor de la revista, además de narrador, articulista, poeta, profesor, etc.) realiza un reportaje sobre siete escritores que, según él, saben divertir: Juan Bonilla, Marta Sanz, Luis Artigue, José Luis Reina, Javier Menéndes Llamazares, Andrés Isern y un servidor. Traigo aquí las dos preguntas (con sus respectivas respuestas) que me envió para la confección del reportaje. 

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 ¿Coincides con tu personaje en que "el realismo es el escapismo llevado al extremo"? 

 Al poner esta frase en boca del personaje, más que exponer una verdad o creencia, buscaba cierta ambigüedad. O sea, es más juguetona, la frase, que asertiva. Sin embargo, es cierto que en un momento de la novela, este personaje, Carlos, el protagonista de Piscinas iluminadas, sostiene, refiriéndose a un libro que está leyendo (se trata de El miedo del portero al penalti, de Peter Handke, si bien jamás se mencionan título o autor), que, pese a no conseguir entenderla del todo, se trata de una novela tremendamente realista. Por esto mismo, sentencia, resulta incomprensible. En fin, supongo que en el fondo buscaba atacar, al menos en parte, esa idea un tanto rígida que asimila realismo y lógica. Por otro lado, es una sentencia que le viene bien al personaje así como al relato. Este personaje vive aplastado por la realidad y para eludir este aplastamiento no se le ocurre otra cosa que escapar, siempre que le dejan, a una ciudad nacida de su imaginación, espejo de su personalidad caótica y enfermiza. Digamos que se trata de un realista que pretende a toda costa escapar de la realidad, de ahí que recurra a la imaginación y a la literatura. Para cerrar esta respuesta, qué mejor que otra sentencia con la que seguramente el protagonista de Piscinas iluminadas estaría de acuerdo: los contornos de la realidad nunca son del todo nítidos.


 Nadal Suau ha destacado el humor en tu novela. Pero ¿por qué no has prodigado más los momentos que provocan risas en esta historia claustrofóbica de un alma desesperada? 

 Cuando Nadal Suau me comentó lo mucho que se había reído con Piscinas iluminadas, la verdad es que me sorprendió. En ningún momento se me pasó por la cabeza escribir una novela humorística. Mi intención no era provocar risas. Me esforcé, eso sí, en remarcar el lado grotesco, absurdo, de la realidad, de ahí que algunas situaciones resulten o puedan resultar hilarantes. Se trata de situaciones no racionadas, me atrevería a decir que casi ni buscadas; el propio relato las hacía surgir de un modo natural. De todos modos, hay que tener en cuenta que el sentido del humor de Nadal Suau es un tanto peculiar. Considera a Thomas Bernhard, por citar un ejemplo, un autor muy divertido. (Añadiré, para terminar y entre paréntesis, que comparto esta idea).