lunes, 9 de septiembre de 2013

Reseña de Piscinas iluminadas en el blog Desde la ciudad sin cines

Entre otras cosas, David Pérez Vega, en su blog Desde la ciudad sin cines, dice, refiriéndose a Piscinas iluminadas (Baile del sol, 2013), lo siguiente: 

Si apunté que en Los artistas Cánaves consigue crear una atmósfera de derrota, opresiva y densa, que emularía la de las obras de Juan Carlos Onetti –autor al que admira–, en Piscinas iluminadas he creído detectar otras influencias. La novela me ha parecido profundamente nihilista, y el homenaje a El extranjero de Albert Camus me parece claro. Durante las escasas semanas en las que transcurre el tiempo de la novela, se insiste en la idea del calor, del verano asfixiante de Palma: “El calor y la elegancia no son compatibles”, apunta el narrador; además la frase “Es el calor” la pronuncia varias veces para justificar su comportamiento errático, igual que Meursault –el extranjero– acabó disparando a alguien en la playa porque hacía calor.
Otra de las influencias sería Michel Houellebecq, heredero también del existencialismo y del nihilismo francés; ya que en Piscinas iluminadas, como una diferencia respecto a sus novelas anteriores, Cánaves insiste en la idea del sexo por el sexo, usando un lenguaje para describirlo más vulgar que el de sus pasadas novelas. Un sexo desprejuiciado que, en todo caso, tampoco consigue aliviar la sensación de perdición del hombre. 
Y también me ha parecido percatarme de la influencia de Thomas Bernhard, ya que en Piscinas iluminadas hay frases o párrafos que van repitiéndose a lo largo de sus páginas como en las construcciones musicales de Bernhard.

Carlos conduce por la isla de Mallorca, sin encender el aire acondicionado del coche a pesar del calor asfixiante, toma cafés en terrazas mientras subraya los libros que lee, acude a una oficina a trabajar, donde piensa que a pesar de los años que dedicó a estudiar realiza tareas irrelevantes que cualquiera podría llevar a cabo, bebe solo, no se comunica con su mujer, se masturba, contempla por la noche la piscina iluminada de su urbanización desde la terraza… Y también se encierra en el “cuarto del ordenador” para llevar a cabo su “tarea autojustificativa”. 
Respecto a este último punto se usa un tema de construcción narrativa que me ha parecido ingenioso: el narrador nos dice de vez en cuando que se halla en la ciudad de Lanka, en un quinto piso sin ascensor, donde se encuentra con Sophie, una atractiva mulata que responde a todos sus requerimientos sexuales. El lector acabará deduciendo que ese quinto piso sin ascensor se corresponde con el cuarto de escribir de Carlos, y que Lanka y Sophie simbolizan su fantasía de evasión, o en términos freudianos simbolizan el “ello” (donde los deseos sexuales y de evasión se cumplen).

Lee la reseña completa pinchando AQUÍ.