jueves, 12 de septiembre de 2013

Respuestas para entrevistas que nunca llegan a producirse + un poema de Mario Montalbetti

Ensayo respuestas para entrevistas que nunca llegan a producirse. Voy guardando frases, reflexiones de quita y pon, y no descarto, algún día, armar un libro con todas ellas. A veces me siento estupendo y, en unas pocas líneas, hablo, como si tal cosa, de posteridad y payasadas: “Con los dioses no se pacta, se compite. Uno escribe para la posteridad, por mucho que vaya a ser olvidado a las primeras de cambio. Ser olvidado a las primeras de cambio carece de importancia. Asumir tu insignificancia no te hace menos insignificante. En todo caso, evita cualquier discurso llorón: son repulsivos. Puestos a morir, muere matando o en silencio, pero sin pretender dar lástima. Narrador de cuarta fila, poeta de segunda, lo sigo intentando pese a todo. Ahora es cuando el público (inexistente) aplaude. ¿Intentar qué? Puedes jugar a responder, tiene su gracia. La cuestión crucial, sin embargo, es intentarlo, intentarlo sin saber del todo qué se intenta. Tal vez que alguien sonría con tus payasadas”. Otras veces, en cambio, me pongo o trato de ponerme académico. Creo que es entonces cuando menos creíble resulto. Aporto un ejemplo: “La experiencia y la reflexión se funden en los procesos creativos que tienen que ver con la escritura. Después llegan el oficio y la imaginación para intentar darle una forma definitiva, respetuosa en lo posible con nuestra inteligencia y sensibilidad”. Sí, ya sé, parece una reflexión más propia de Jordi Cruz que de un poeta de segunda. Quién sabe, quizá me fichen para MasterPoet. (UH, 10/09/13) 

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Y hablando de poesía, traigo aquí un poema de Mario Montalbetti. En breve, Ediciones Liliputienses publicará en España la poesía reunida de este poeta peruano. El poema que copio aquí pertenece a su libro El lenguaje es un revólver para dos (Colección Underwood. Pontificia Universidad Católica del Perú, 2008). Y sí, yo también ambiciono el lenguaje del piloto. 

 OBJETO Y FIN DEL POEMA 

 Es de noche y tiene que aterrizar
antes de que se acabe el combustible.
Así terminan todos sus poemas,
tratando de expresar con un lenguaje
público un sentimiento privado.

 Su ambición es el lenguaje del piloto
hablándole a los pasajeros
en medio de una situación desesperada:
parte engaño, parte esperanza, parte verdad.

 Todos los poemas terminan igual.
Hechos pedazos contra un cerro oscuro
que no estaba en las cartas.

 Luego hallan los restos: el fuselaje,
la cola como siempre, intacta,
el olor a cosa quemada consumida por el fuego.

 Pero ninguna palabra sobrevive.