martes, 1 de octubre de 2013

La rueda en que todos giramos

Arrancaba el mes de septiembre con este articulillo titulado ALTURA INTELECTUAL:

Como casi todos los días durante los últimos años, procedo a sentarme frente al ordenador. Desde la semana pasada tengo uno nuevo. Me digo que con éste al fin podré escribir artículos de altura intelectual. Así pues, pongo a funcionar el neocórtex. Trato de pensar en el panorama internacional del momento. Para mi sorpresa, a mi mente acude la imagen de Putin y Asad en una fiesta del orgullo gay, besándose apasionadamente. Siempre he sido un idealista y esto, a la hora de escribir artículos serios, resulta un inconveniente. Borro la imagen de mi cerebro. Vuelvo a concentrarme. Veo a Obama, Castro y Snowden jugando a las cartas en un cuartucho saturado por el humo de los habanos que los tres jugadores saborean con delectación. Entonces aparece la señora Merkel en bikini preguntando, de manera insinuante, si alguien quiere divertirse de verdad. Pensar en el concepto de diversión de la canciller me pone los pelos de punta. Lo democristianos, y en especial los de la península de Jutlandia, son peligrosos cuando se trata de divertirse. Dispongo aún de un último intento por salvar este artículo y ya de paso mi reputación. Ha llegado el momento de abordar el panorama nacional. Desde una celda de Soto del Real, Bárcenas le envía haikus a Rajoy, el cual se los recita a Rubalcaba. Chacón, en pleno ataque de celos, se marcha alegando que no quiere inmiscuirse en la relación. Los tríos, se sabe, son la base sobre la que se asienta nuestra sociedad civilizada. Los cuartetos, en cambio, suponen su ruina.


Y clausuraba el mes con este otro articulillo (escrito con prisas el sábado por la mañana) titulado MÁS ALLÁ DE LAS PABRAS:

Recuerdo cuando las mañanas de los sábados servían, básicamente, para pasar la resaca. Ahora, mientras tecleo estas líneas, suena en la radio esa canción de David Guetta titulada Without you en la voz del cantante norteamericano Usher (lo acabo de mirar en la Wikipedia). Parece un recordatorio de otros tiempos, diría que de otra vida. Éramos, entonces, pistoleros ávidos por agregar nuevas muescas a nuestros cinturones de piel palpitante, al rojo vivo, ahora de piel girada. Empieza a parecer que estas líneas resbalan del lado de la nostalgia, pero no es eso. Todo tiene su momento, me cuentan mis canas y mi sangre apaciguada. Unos minutos atrás, tenía a mi hija Sofía en brazos. Le cantaba canciones de Camilo Sesto y El Dúo Dinámico. Ella me miraba como hipnotizada, tal vez preguntándose si ese señor que la tenía en brazos era realmente su padre o se trataba más bien de su abuelo. Mi padre, más inteligente, optaba por no cantarme; directamente, ponía un disco de los Beatles y dejaba que John y Paul hicieran el trabajo sucio. Mi madre, lúcida, también les dejaba hacer; en cambio, sí le canta a su nieta. Ella todavía no es consciente, pero nos acabará pidiendo explicaciones. Entonces le hablaré de la rueda en que todos giramos, una rueda hecha de amor e incomprensión, de aciertos y de errores, de muchas dudas y unas pocas certezas. Le hablaré, también, de estos sábados por la mañana, de estas frases que improviso como un mal comediante. Lo importante, como siempre, quedará entre líneas, más allá de las palabras.


Entre ambos, muchas cosas, alguna muy importante.

Ya habrá tiempo de hablar de eso.

O no.

Pienso que tal vez debería hablar más de libros, al fin y al cabo esto es un blog literario. Creo. 

Por ejemplo, de Tiempo de vida, de Marcos Giralt Torrente.

O de los poemas de Óscar Hahn, algunos muy buenos y otros muy infantiles.

O de esas dos novelas breves tituladas Fauna y Desplazamientos, sólo aptas para enamorados de Levrero.

Pero no es el momento. Me duele la cabeza y esta entrada empieza a ser demasiado larga. Si llegaste hasta aquí, mi más sincera enhorabuena.