Arrancaba
el mes de septiembre con este articulillo titulado ALTURA INTELECTUAL:
Como casi todos los
días durante los últimos años, procedo a sentarme frente al ordenador. Desde la
semana pasada tengo uno nuevo. Me digo que con éste al fin podré escribir
artículos de altura intelectual. Así pues, pongo a funcionar el neocórtex. Trato
de pensar en el panorama internacional del momento. Para mi sorpresa, a mi
mente acude la imagen de Putin y Asad en una fiesta del orgullo gay, besándose
apasionadamente. Siempre he sido un idealista y esto, a la hora de escribir
artículos serios, resulta un inconveniente. Borro la imagen de mi cerebro.
Vuelvo a concentrarme. Veo a Obama, Castro y Snowden jugando a las cartas en un
cuartucho saturado por el humo de los habanos que los tres jugadores saborean
con delectación. Entonces aparece la señora Merkel en bikini preguntando, de
manera insinuante, si alguien quiere divertirse de verdad. Pensar en el
concepto de diversión de la canciller me pone los pelos de punta. Lo
democristianos, y en especial los de la península de Jutlandia, son peligrosos cuando
se trata de divertirse. Dispongo aún de un último intento por salvar este
artículo y ya de paso mi reputación. Ha llegado el momento de abordar el
panorama nacional. Desde una celda de Soto del Real, Bárcenas le envía haikus a
Rajoy, el cual se los recita a Rubalcaba. Chacón, en pleno ataque de celos, se
marcha alegando que no quiere inmiscuirse en la relación. Los tríos, se sabe,
son la base sobre la que se asienta nuestra sociedad civilizada. Los cuartetos,
en cambio, suponen su ruina.
Y
clausuraba el mes con este otro articulillo (escrito con prisas el sábado por
la mañana) titulado MÁS ALLÁ DE LAS PABRAS:
Recuerdo cuando las
mañanas de los sábados servían, básicamente, para pasar la resaca. Ahora,
mientras tecleo estas líneas, suena en la radio esa canción de David Guetta titulada
Without you en la voz del cantante
norteamericano Usher (lo acabo de mirar en la Wikipedia). Parece un
recordatorio de otros tiempos, diría que de otra vida. Éramos, entonces, pistoleros
ávidos por agregar nuevas muescas a nuestros cinturones de piel palpitante, al
rojo vivo, ahora de piel girada. Empieza a parecer que estas líneas resbalan del
lado de la nostalgia, pero no es eso. Todo tiene su momento, me cuentan mis
canas y mi sangre apaciguada. Unos minutos atrás, tenía a mi hija Sofía en
brazos. Le cantaba canciones de Camilo Sesto y El Dúo Dinámico. Ella me miraba
como hipnotizada, tal vez preguntándose si ese señor que la tenía en brazos era
realmente su padre o se trataba más bien de su abuelo. Mi padre, más
inteligente, optaba por no cantarme; directamente, ponía un disco de los Beatles
y dejaba que John y Paul hicieran el trabajo sucio. Mi madre, lúcida, también
les dejaba hacer; en cambio, sí le canta a su nieta. Ella todavía no es
consciente, pero nos acabará pidiendo explicaciones. Entonces le hablaré de la
rueda en que todos giramos, una rueda hecha de amor e incomprensión, de
aciertos y de errores, de muchas dudas y unas pocas certezas. Le hablaré,
también, de estos sábados por la mañana, de estas frases que improviso como un
mal comediante. Lo importante, como siempre, quedará entre líneas, más allá de las
palabras.
Entre
ambos, muchas cosas, alguna muy importante.
Ya
habrá tiempo de hablar de eso.
O
no.
Pienso
que tal vez debería hablar más de libros, al fin y al cabo esto es un blog
literario. Creo.
Por
ejemplo, de Tiempo de vida, de Marcos
Giralt Torrente.
O
de los poemas de Óscar Hahn, algunos muy buenos y otros muy infantiles.
O
de esas dos novelas breves tituladas Fauna
y Desplazamientos, sólo aptas para
enamorados de Levrero.
Pero
no es el momento. Me duele la cabeza y esta entrada empieza a ser demasiado
larga. Si llegaste hasta aquí, mi más sincera enhorabuena.