jueves, 3 de octubre de 2013

Tríptico Obama


1- HUMANIDAD (2008)

Miles de gargantas en la explanada
del Capitolio, allá en Washington, soportando el frío
y la esperanza y la emoción de estar viviendo
un momento crucial en la Historia de los Hombres

y no es que no me importe, pero Jessica Lane tenía
dos pollas enormes entrando y saliendo de su cuerpo
y parecía que todo iba a tener un final feliz,
un final visto miles de veces (casi tantas como gargantas
gritando en el Capitolio) y no por eso menos feliz
(la pornografía, junto con el blues, es ejemplo perfecto
del gran poder persuasivo de los lugares comunes),
pero alguien llamó, interrumpiendo así el milagro diario
de quererse uno mismo, y preguntó con voz ronca
si no estaba plantado frente al televisor.

Las grandes palabras, las que necesariamente deben
escribirse con mayúscula inicial, en negrita, las que llenan
titulares de prensa, las que recordaremos en los momentos
difíciles y serán nuestro bastión, Dios salve a un pueblo
tan creyente, y Jessica esperando, congelada por la gracia
del botón pause y la inoportunidad de la raza humana
que decide congregarse alrededor de una idea para después
pisotearla hasta la náusea, amparándose en leyes y acuerdos
bilaterales suscritos en sótanos clandestinos. Dejé el teléfono,
escuché unos segundos. Tuve suficiente. Le di al play.
Nada había cambiado. Tendría mi final feliz. Dios salve
a un pueblo tan creyente.


2- HISTORIA (2009)

Esto es amor, no puedes pretender salir indemne.
Sabré abrazarte cuando no tenga lazos con los que herirte.
Cuando te vayas, no olvides el portazo que nos clausure.
Con tu bondad hiciste más difícil mi salvación.
El mundo arde como en una película de la niñez.
Fuimos felices el tiempo concedido por los escrúpulos.
En el silencio de la ciudad dormida, todos respiran.
Apenas esto: ojeras, frío, tos. No ser un genio…

Quiero regalarte estos ocho haikús que no conocerán
titulares de prensa, que todavía no hablan de nosotros,
o tal vez tímidamente, pero que saben esperar
como la Historia, como las mejores mentiras, como todo
lo que tiene que estallar en algún momento, igual que Barack
Obama bailando pletórico con Michelle Obama en todos
los televisores del mundo mientras éste se desangra
gota a gota. Ya lo sé. No es el regalo que esperabas. Yo tampoco
lo esperaba. Pero te quiero a pesar de estos ocho haikús,
incluso en su contra. La coherencia, debes saberlo,
no es cosa de políticos
ni de poetas.


3- LA RISA DE MICHELLE (2012)

Obama está triste, qué tendrá el Presidente, pero se trata
de una tristeza que los asalariados como usted y yo
solo podemos intuir. Se enfrenta a un abismo y los abismos,
por muy fiscales que sean, nunca dejan de ser abismos.
Ahí está, frente al abismo, con su rotunda Michelle
de la mano, tan humano al fin, tarareando ese viejo tema
de los Beatles. Te amo, Michelle, es todo lo que quiero decirte,
pero mi amor es el amor de un mortal nacido Honolulu.
Qué lejos queda ahora aquel 20 de enero de 2009,
o aquel octubre del mismo año en que esos viejos decrépitos
de Oslo decidieron regalarle algo más de 1.400.000 dólares.
Michelle, dice Obama, últimamente acuden a mi mente imágenes
de mis años escolares en Yakarta. En la época de lluvias,
todas las calles se inundaban y era fácil imaginar el fin del mundo.
Yo miraba todo aquello con ojos temerosos de niño hawaiano.
Cariño, susurra Michelle, ¿por qué me cuentas esto?
¿Estás bien? Pero Barack no contesta. Se siente cansado.
Es lógico. La contemplación de los abismos produce cansancio.
Empieza a ser un veterano de guerra. Vuelve a tararear
aquel viejo tema de los Beatles. Te necesito, ma belle, te necesito
más que nunca. Michelle se ríe. Por un momento vuelve a ser
aquella joven universitaria. Cuando te pones sentimental,
le dice a su marido, estás muy gracioso. Ahora ríen los dos.
Obama sabe que el mundo se acaba pero igualmente se ríe.
No puede dejar de hacerlo. Es contagiosa
la risa de Michelle.