martes, 24 de junio de 2014

Crónica mundialista (2)

Ramonville St. Agne no invita a la lógica a la hora de ejercer de cronista de mundial, pero empecemos por el principio. El lunes 16, mientras veía el aburrido Alemania – Portugal, irrumpió en mi mente una imagen desasosegante: el comentarista deportivo apodado Maldini lamía entusiasmado los zapatos de Joachim Löw y Angela Merkel. ¿Se entiende que no viera acabar el partido? De martes a jueves estuve en la Francia de Marine Le Pen y Benzema. La lectura escogida para el trayecto fue la última novela de Vila-Matas: Kassel no invita a la lógica. Empecé el fatídico miércoles subrayando esta frase: “Porque en casi todo el resto del mundo lo intelectual había caído en picado y la cultura se había trivializado extraordinariamente”. Pensé que se trataba de una frase dirigida a mí. ¿Qué hacía yo ejerciendo, por voluntad propia, de cronista del Mundial? ¿No era aquello una trivialización extraordinaria de la cultura? ¿Acaso pretendía aplicar un barniz cultural al espectáculo populista llamado fútbol? Entonces recordé un artículo de Isaac Rosa titulado El típico artículo coñazo contra el Mundial de fútbol. Según Rosa, “si queda en pie algún consenso entre nosotros, ese es sin duda el fútbol, que además en los últimos tiempos ha recibido un barniz intelectual para vencer las últimas resistencias”. Vencí la tentación de abandonar mi cometido. Para despejarme, decidí salir a pasear junto al Garona con mi hija mayor. Allí encontramos un pájaro herido caído de algún árbol. ¿Cómo no supe leer la señal? Hicimos lo posible por salvarlo, pero el pájaro murió.