martes, 9 de septiembre de 2014

Knausgård, Szymborska o He vuelto a soñar con insectos

jueves, 21 de agosto de 2014 

He vuelto a soñar con insectos (*). Esta vez, con arañas. Arañas grandes, peludas, supongo que tarántulas. Parecía que lucharan entre sí, o que bailaran. Ahora que lo pienso, también podían estar apareándose. Esa visión me horrorizaba, me hacía estar alerta, tenso. De algún modo, yo estaba implicado en eso que veía; en cualquier momento, aquellos bichos repugnantes y peligrosos podían saltar sobre mí. Entonces, el roce de la sábana me ha hecho dar un respingo. He acompañado la convulsión de mi cuerpo con un breve gemido. Imaginaba tarántulas bajo las sábanas. La cosa se ha repetido en dos ocasiones. Por supuesto, he despertado a Constanza. Ha querido saber si me encontraba bien. He contestado que sí y he cambiado de postura. Por fortuna, no me ha sido difícil volver a conciliar el sueño.


Detalle de una de las estanterías de casa.


lunes, 08 de septiembre de 2014 

Dieciocho días sin escribir en este diario. Típico en mí. Eso sí, elaboré mentalmente toda una nota sobre La muerte del padre, de Karl Ove Knausgård. El problema es que ahora mismo no me veo con fuerzas ni con tiempo para redactarla. Comparaba la lectura con una inmersión (nada original). Me centraba en la descripción pormenorizada de los detalles que realiza el escritor noruego. Me preguntaba si era necesario ser tan minuciosamente descriptivo. Con todo, aseguraba que la lectura me había subyugado, que uno salía de ella con la sensación, más que de haber leído una novela, de haber vivido toda una experiencia genuina, de primera mano. 
      Ahora ando leyendo Siempre lecturas no obligatorias, volumen de prosas escritas por Wislawa Szymborska. Lo que tiene de bueno esta lectura, además del placer que siempre produce leer a la polaca, no estriba en la información que obtenemos de los distintos escritores sobre los que escribe Szymborska (muchos de ellos auténticos desconocidos para un público no polaco), sino en lo que estas prosas dejan traslucir de la propia poeta: sus gustos, sus manías (es decir, sus ideas sobre literatura). 
      ¿Qué más? Pues que volví a soñar con insectos. Bueno, en realidad no eran insectos, sino cangrejos grandes y peludos. Una variante de mi sueño recurrente por antonomasia. Agitaban sus pinzas gigantescas para atraparme. Su intención era devorarme entero.


Algunos regalos recibidos por mi cumpleaños.

Tres citas extraídas de Siempre lecturas no obligatorias:

Sobre La ciencia de leer y recitar en los últimos cursos de la educación primaria, de Piotr Bak:

¿Y qué me dicen del concepto de ironía, o de la broma o incluso del humor? Nunca se hace referencia a ellos en las explicaciones de los textos. La risa solo aparece bajo el concepto de "reír a través de las lágrimas". (...) Por el contrario, todo eso que en la poesía representa terror y lamento es subrayado de manera solícita.

Sobre La estética de la palabra, de Paul Valéry:

Opino que los textos críticos de Valéry destilan más energía creativa que sus poemas... Quizás porque su lectura nunca te provoca indiferencia, sino una mezcolanza de admiración e irritación, una sensación constante de querer replicar, lo que los convierte en algo verdaderamente valioso. Valéry escribió sobre literatura con L mayúscula, sobre poesía con P mayúscula, y ¡vamos!, incluso sobre sintaxis con S mayúscula. A la poesía le exigía una perfección tan absoluta que, cualquiera que se propusiera asimilar su teoría íntegramente, debería acto seguido renunciar a cualquier esperanza de escribir poemas. Porque, ¿cuántos poetas antiguos podrían resistir las rigurosas exigencias de Valéry?

Sobre Eleonora Duse, de Olga Signorelli:

Una cosa es transmitir el espíritu de una época de manera comprensiva, y otra cosa bien diferente, rendirse a él con la ingenuidad propia de una adolescente. En esta monografía (o, mejor dicho, hagiografía), se habla de "virginidad espiritual" y "quemarse en el fuego de la pasión". Con ese panorama se hace difícil esperar un análisis sensato sobre el arte de una actriz o fijar su rol en la historia del teatro.

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(*) Un biólogo me hace saber que las arañas no son insectos. Aclara la wikipedia que esta clase de bichos están lejanamente emparentados con otros grupos de artrópodos, como los insectos, con los que no deben confundirse. Yo lo hice. Más allá de distinciones biológicas, a estos sueños que me vienen asolando desde que soy niño los llamo "mi sueño con insectos". A veces son abejas, avispas o abejorros; otras escarabajos, cucarachas o grillos; también los ha habido con saltamontes, mantis religiosas, etc., sin descartar gusanos y otros bichos tipo arañas o cangrejos. Se trata de mi sueño recurrente más fiel y longevo. Ha habido otros (el sueño del fútbol, el de la no finalización de mis estudios de derecho), pero de menor resistencia. Mi sueño con insectos (a estas alturas no voy a cambiarle el nombre) va y viene (puede estar ausente de mí durante periodos muy largos), ensaya distintas variantes, pero siempre acaba por volver. ¿Manifestación de mi aversión por los insectos y demás bichos o hay algo más?