martes, 18 de noviembre de 2014

Sobre una montaña, de John D’Agata


Empecemos con unas palabras del propio D’Agata: “Como sabes, hay un chico que se quita la vida en Sobre una montaña: su nombre es Levi Presley. El motivo por el que comencé a escribir sobre él es porque, durante la época en que estuve investigando acerca de Yucca Mountain y Las Vegas, yo colaboraba con una línea de ayuda telefónica para suicidas, y durante un tiempo llegué a pensar que Levi había sido una de las personas a las que yo había atendido. Al final resultó que no, que él y yo nunca llegamos a hablar, pero antes de descubrir esto hice todo lo posible por saber cosas acerca de Levi, porque su muerte me había afectado mucho. Y, en el proceso de investigar su muerte —que como explico en el libro tuvo lugar de manera muy pública un sábado noche en el Strip de Las Vegas— empecé a darme cuenta de que, por muy traumática y descorazonadora y llamativa que fuese su muerte, lanzarse desde la azotea del hotel más alto de la ciudad no era una muerte especialmente rara en Las Vegas. De hecho, otras dos personas más se suicidaron en la ciudad el mismo día que Levi. Y de hecho, con el tiempo llegué a enterarme de que Las Vegas es la ciudad con más suicidios de los Estados Unidos de América: en Las Vegas la gente se suicida casi a diario”. (*)

O sea, que nos encontramos frente a una novela que trata de responder al por qué de un suicidio. Pero también vale decir:

Nos hallamos frente a un ensayo sobre la problemática que genera el almacenaje de residuos nucleares.

O:

Un retrato descorazonador de Las Vegas.

O puede que:

Un tratado sobre la corrupción de la clase política (vale decir raza humana) con Las Vegas de fondo.

Pero no es sólo eso. Aquí se habla del futuro de la raza humana, del lenguaje, de la imaginación, de los suicidios, de nuestra fascinación por el fin del mundo, del artista Edvar Munch y su cuadro más famoso, de los motivos por los que gritamos y de más cosas en las que ahora mismo no caigo.

De por qué uno escribe.

De la tristeza.

D’Agata: “tenía que recrear una atmósfera en la que tuviese sentido que los suicidios se apilasen día tras día, y la única manera de hacer eso era describir lo que vivo cada vez que estoy en Las Vegas (…) Pero mi Las Vegas es y siempre ha sido también una Las Vegas triste, y para poder transcribir esa sensación en el texto traté de conformar el ambiente del libro usando los materiales típicos de la zona que con mayor claridad expresaban esa tristeza”.

Hasta aquí el QUÉ. Hablemos brevemente del CÓMO.

John D’Agata parece quedarse al margen. Cede la palabra a las diferentes personas con las que se entrevista. Efectivamente, también puede decirse que nos hallamos frente a un libro de entrevistas. En los resquicios existentes entre respuesta y respuesta, John D’Agata nos regala su rara poesía. Con cuentagotas. De ahí su fuerza. Un lirismo desnudo, raquítico. Una tristeza hecha de precisión, enumeraciones y datos.

Hasta aquí esta especie de reseña.

Ya lo sé: esto no es una reseña, ni siquiera una especie de reseña.

No importa.

Para finalizar esto, sea lo que sea esto, dos citas (estoy vago) extraídas del libro.

—Este proyecto es sobre la fe —dijo el antropólogo David Givens, otro miembro del Comité Jurado de Expertos del Departamento de Energía—. Es decir, es un proyecto sobre tener fe en que podemos sacar esto adelante. Pero también es un proyecto que requiere fe para creer siquiera que sea necesario. Hoy en día muchos científicos auguran que la raza humana no sobrevivirá más allá de unos pocos siglos, así que hay algo de conmovedor en que el gobierno estadounidense asuma que es crucial advertir a nuestra descendencia sobre los peligros de los residuos nucleares: están suponiendo que tendremos descendencia.
 *
 Hay tantos suicidios, de hecho, que tienes más posibilidades de morir por tu propia mano si vives en Las Vegas que de que te maten, pese al hecho de que Las Vegas es uno de los sitios más peligrosos en los que vivir, según el Informe integral del crimen del FBI. En Las Vegas se suicida más gente de la que muere en accidentes de tráfico, de sida, de neumonía, cirrosis o diabetes. Estadísticamente hablando, lo único que tiene más posibilidades de matarte en Las Vegas son las enfermedades coronarias, el derrame cerebral y unos cuantos tipos de cáncer.

 ___________________________________________________
  
(*) En una entrevista realizada por Miguel Ángel Serna Martín, de la editorial Dioptrías. Puedes leerla en su totalidad pinchando en el siguiente enlace: