martes, 12 de mayo de 2015

Tres apuntes políticos


1. De finales felices: Pensemos en ese anuncio de McDonald’s en que un abuelo se encuentra sentado en el banco de un parque junto a su nieto. El abuelo, en tono confidencial, le pregunta al niño si ya tiene novia. Ante la respuesta afirmativa del pequeño, el abuelo anuncia que un día, a la salida del colegio, invitará a nieto y novia a comer en uno de los establecimientos de la cadena de comida rápida. La invitación, sin embargo, no surte el efecto esperado por el abuelo… ¿Qué sucede? El chaval debe hacerle una confesión: en realidad, no tiene una novia, sino tres. La primera vez que vi el anuncio pensé que el nieto iba a confesar que tenía novio. Está claro que poco futuro tendría como publicista. En fin, a la moda de las barbas yihadistas, se une, ahora, la moda de la poligamia. El abuelo sonríe, guiña un ojo. El anuncio termina con una imagen en la que puede verse a los cinco comiendo en un McDonald’s. Final feliz. Ahora imagine el mismo anuncio pero con nieta angelical. Una niña con tres novios. ¿Final feliz? Buenos días. [ULTIMA HORA, 12/05/15]

 
2. Le Corbusier: Giro las páginas de un periódico y doy con un artículo que cuestiona el supuesto humanismo de Le Corbusier al hacerse eco de determinadas informaciones que vinculan al arquitecto francés con los fascismos de la convulsa primera mitad del siglo XX. Esto hace que piense en una conversación que hace poco mantuve con una amiga israelí. Me acabo preguntando (y no confío en obtener respuesta)  si determinadas épocas no favorecerán ciertas formas de pensamiento que, después, el tiempo (o la derrota) acaban poniendo en su lugar sólo para que, tarde o temprano, vuelvan a surgir de manera camuflada (o no). También pienso en lo sencillo que resulta juzgar el pasado y, sin embargo, lo complicado que es aplicar esas conclusiones a nuestro presente inmediato. ¿Podemos ser cómplices de crímenes horrendos sin ser conscientes? ¿Es posible que lo único que hayamos aprendido como especie sea a disimular o a hacer más sutiles determinados comportamientos?

 
3. Hablando de lo último de Houellebeqc:

–Sabe hacerlo –le digo. No sé si has leído su última novela… intuyo que tiene que resultarte muy interesante. Sabe poner el dedo en la llaga. Su interés va más allá de lo meramente literario (ya me entiendes). Es tan político y tan pegado a la realidad que atrapa. Y hablando de política… Como tal vez sepas, aquí andamos de año electoral. Tanta tertulia y tanto sondeo hacen que uno se pregunte por quién se decantará. Bueno, no siempre he ido a votar (aquí no es obligatorio) y las veces que lo he hecho mi voto no siempre se lo he otorgado a los mismos… Uno trata de definirse, de encontrarse políticamente, más allá de tradiciones familiares y manías puntuales. Para ello, el otro día dibujé una circunferencia y la dividí en cuatro partes (por simplificar). En uno de los cuartos escribí la palabra “conservadores”. Junto a ella anoté: nacionalistas / tradición /orden / religión. En otro de los cuartos escribí “liberales”. De esta palabra hice salir una flecha que desembocaba en esta reflexión simple, apresurada: libre fluir de capitales por encima de pueblos, banderas, himnos, religiones… Entre paréntesis: ¿cómo pueden darse pactos con tanta facilidad (naturalidad) entre conservadores y liberales? En el tercer cuarto escribí “socialdemócratas”. También hice salir una flecha del término, al final de la cual anoté: intervencionismo moderado. Su moderación es su perdición. Condenados a no contentar a nadie. Esta posición moderada hace que puedan pactar con casi cualquiera = falta de líneas claras o mensajes contundentes. En el último cuarto escribí: “izquierda”. Junto al borde externo del cuarto: El estado como instrumento contundente de redistribución / burocracia. Su principal enemigo, en principio, deberían ser los liberales (a veces parece que fueran los socialdemócratas (y viceversa); esto responde al tradicional no entendimiento entre los diferentes miembros de la familia zurda). Su problema: gran parte de su electorado natural se halla en las filas conservadoras, a veces en sus posiciones más extremas: trabajadores cansados de la libre circulación de capitales (desregularizaciones) y de la libre (pero no tanto) circulación de personas. O sea, gente que lleva mal lo de la competencia feroz, tan del agrado de los liberales… ¿Son muy disparatadas mis reflexiones?

–No sé, pero permíteme un consejo: deja de leer a Houellebeqc.