viernes, 7 de agosto de 2015

Finales de julio, principios de agosto: Solano, Stuparich, Busquets, Knausgård



miércoles, 29 de julio de 2015-. Finalizo este julio con dos relatos, muy distintos entre sí, sobre la muerte del padre: Lo que escucha la lluvia, de Francisco Solano, y La isla, de Giani Stuparich. Ambos podrían ser calificados con el peligroso adjetivo de “poéticos”. La poesía del segundo reside en su contención. El narrador no pretende embaucarnos con artificios barrocos, con reflexiones retorcidas o digresiones inocuas. Nos cuenta los últimos días que padre e hijo comparten en su isla natal. En el primero, en cambio, da la impresión de que el narrador disfruta del sonido de su propia voz, de que busca impresionarnos más que conmovernos, lo que impide que la emoción recale en sus páginas. El relato sobre la muerte del padre se acaba convirtiendo en ejercicio estilístico un tanto vacuo, pese a la proliferación de párrafos supuestamente hermosos… Entiendo que haya gente que disfrute con este tipo de cosas. Yo mismo, en otra época, era capaz de aplaudirlas sin reparos. Hoy, en cambio, me dejan frío.

 
lunes, 03 de agosto de 2015-. Milena Busquets me recuerda a Uma Thurman. Luce belleza al margen del estereotipo. Sus ojeras la emparentan con Steve Buscemi. Sus artículos suelen ser una mezcla inteligente de provocación y sentido común. Hay en ellos una ligereza engañosa. Creo que voy a tener que leer alguna de sus novelas…

 
miércoles, 05 de agosto de 2015-. Cada vez me resulta más cansina esa tendencia a embrollarlo todo que algunos padecen. Tal afirmación es aplicable a la política, el amor y la literatura. Por lo demás…

…hoy he iniciado la lectura de También esto pasará, de Milena Busquets. Seguimos, pues, con el tema “la muerte de los progenitores”. A mi mente acude el nombre de Karl Ove Knausgård (hasta la fecha sólo he leído la primera entrega, la titulada La muerte del padre, pero seguro que caerán las otras). Cuando se habla del proyecto del noruego, invariablemente se pronuncian palabras como autobiografía o memoria. Pero ocurre que la memoria es delgada, elusiva. ¿Cómo es posible recordar tantos detalles? La respuesta es obvia: Knausgård recrea. Lo hace para dotar de mayor verosimilitud lo narrado. Tanta profusión de detalles… ¡no puedes más que creértelos! ¿Es posible afirmar que en sus libros hay más “invención” que “recuerdo”? Tal vez en cantidad de palabras, pero no… Al final prevalece la verdad (la sensación de verdad), una verdad sustentada sobre el andamiaje de la invención. Por otro lado, Milena dice que no le duele “ser tan transparente; no creo que hubiera sabido hacerlo de otra manera; mi madre decía que un buen libro era aquel que podías haber escrito sólo tú, que si no, no valía la pena… Insisto en que no sé mentir… ¿Qué cómo se puede hacer ficción, entonces? No sé, pero yo no tengo mecanismos de defensa: eso igual te proporciona momentos maravillosos en la vida pero... Puedes hacerte corazas, pero tampoco sé cómo”. Melodramas aparte, su proposición puede resumirse del siguiente modo: la verdad al desnudo, sin andamiaje. Pero la verdad al desnudo no existe… y, de existir, no es literaria… Con todo, si un buen libro es “aquel que podías haber escrito sólo tú”, ambos, el de Busquets y el de Knausgård, son buenos libros (uno más que otro), cada uno a su manera. De escribir yo algo autobiográfico, se asemejaría más a lo de la española que a lo del noruego.