martes, 11 de agosto de 2015

25

Hoy me ha dado por elaborar un listado con los 25 libros más importantes de mi vida. La elección del adjetivo “importantes” no se debe al azar o la ligereza. Requería de un término lo suficientemente amplio, ambiguo, para dar cabida a los diferentes títulos que acudían a mi mente. Su inclusión en esta lista no siempre responde a los mismos criterios. Estoy hablando de esas lecturas que nos cambian o que cambian algo, que iluminan o abren una puerta, que nos alientan, de cuya influencia es difícil escapar. Libros que marcan una época, que por alguna razón, muchas veces inexplicable, caminan junto a nosotros durante algún tiempo. No tienen por qué ser necesariamente los mejores. La virtud de algunos de ellos radica en haber llegado antes que otros. A veces, es así de simple.

La única norma que me he impuesto ha sido no repetir autor. Por lo demás, soy plenamente consciente de que, de escribir esta lista mañana, algunos de los títulos recogidos en ella caerían, dando entrada a otros.

 

Cien años de soledad, Gabriel García Márquez

El árbol de la ciencia, Pío Barajo

San Manuel Bueno, mártir, Miguel de Unamuno

El Main, Trevanian

El mago, John Fowles

Rayuela, Julio Cortázar

Menos que cero, Bret Easton Ellis

Viaje al fin de la noche, Louis-Ferdinad Céline

Antología personal, José Agustín Goytisolo

Las personas del verbo, Jaime Gil de Biedma

Catedral, Raymond Carver

Trilogía de NY, Paul Auster

Los detectives salvajes, Roberto Bolaño

El mal de Montano, Enrique Vila-Matas

Ciudad del hombre: Nueva York, José María Fonollosa

Escribir, Marguerite Duras

Poesía completa, Alejandra Pizarnik

La vida breve, Juan Carlos Onetti

Relatos autobiográficos, Thomas Bernhard

Muertes y maravillas, Jorge Teillier

Primavera sombría, Unica Zürn

El último lector, Ricardo Piglia

El discurso vacío, Mario Levrero

La carretera, Cormac McCarthy

Zurita, Raul Zurita



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miércoles, 12 de agosto de 2015-. Horas después de haber escrito la lista, me percato de algunas ausencias clamorosas. Pienso, por ejemplo, en Enigmas y despedidas, de Juan Luis Panero, o en Malone muere, de Samuel Beckett. Puedo encontrar ecos de ambas lecturas en muchas de las páginas que luego escribí. También pude haber incluido Ficciones, de Jorge Luis Borges, Bajo el volcán, de Malcom Lowry, El periodista deportivo, de Richard Ford, El libro de los amores ridículos, de Milan Kundera, Memorias del subsuelo, de F. M. Dostoievski, Cumpleaños, de César Aira, El invierno en Lisboa, de Muñoz Molina, Manual del distraído, de Alejandro Rossi… Por una u otra razón, todos estos libros fueron importantes. Medir su importancia es un asunto arduo. Por otro lado, la relevancia que les otorgo es susceptible de variar según el día o la hora del día… Mejor abandono este jardín. ¿Quién me mandó meterme en él?