martes, 29 de septiembre de 2015

Fragmentos de un diario: Enzensberger, Žižek, Arlt, Piglia

miércoles, 23 de septiembre de 2015: Hyeonseo Lee asegura que en Corea del Norte no se puede confesar nada íntimo, importante, porque no se puede confiar en nadie, ni si quiera en el marido o en la esposa. Un desliz en una conversación puede acabar en ejecución pública. Esto me hace pensar en la gestión propagandística del terror llevada a cabo por el EI. A tal respecto, recomiendo la lectura de dos libros: El perdedor radical, de Hans Magnus Enzensberger, e Islam y modernidad, de Slavoj Žižek. Impondría ambas lecturas a todos los políticos europeos que conforman la llamada izquierda liberal. A estas alturas, debería quedar claro que expresiones como “defender nuestro modo de vida” no son (o no deberían ser) sinónimo de xenofobia o fascismo. Otro recordatorio: posicionarse en contra de la desregularización de los mercados (p. ej.) no es ser comunista. Criticar aspectos del sistema no te coloca automáticamente en las filas de los llamados antisistema. Etc.

jueves, 24 de septiembre de 2015: Se dice, por un lado, que Europa camina hacia el federalismo, que hay que eliminar fronteras; por otro, se leen titulares como “Eslovaquia para los eslovacos”, se levantan nuevas alambradas y se oyen rumores de que peligra el acuerdo de Schengen. La verdad, no hay quién se aclare. Menos mal que tenemos a Rajoy para despejar todas nuestras dudas.

viernes, 25 de septiembre de 2015: “En realidad, conocer a una mujer es una tristeza más. Cada muchacha que pasa por nuestra vida nos oxida algo precioso adentro. Posiblemente cada hombre que pasa por la vida de una mujer destruye en ella una faceta de bondad que otros dejaron intacta, porque no encontraron la forma de romperla. Estamos a la recíproca. Somos una buena cáfila de canallas…” [Roberto Arlt, Una tarde de domingo].

domingo, 27 de septiembre de 2015: Leer a Piglia es adentrarse en toda una literatura. No es de muchos escritores que se pueda decir algo así.

“Por otro lado comprobé que escribir por encargo, a partir de ciertas reglas fijas, produce una paradójica sensación de libertad”.

“Nunca sabremos por qué decidimos que ciertas historias son nuestras y podemos narrarlas mientras otras (a menudo mejores), que imaginamos o vivimos, nos son ajenas y se pierden”.

Ricardo Piglia, en la nota preliminar a Nombre falso (Anagrama, 2002).