jueves, 27 de agosto de 2015.- Leídas del tirón cuatro novelas de João
Gilberto Noll, concretamente, A cielo abierto, Bandoleros, Harmada
y Lord. Desde ya, me declaro totalmente influenciado por su poética.
Adoro esa velocidad, ese constante movimiento, esos saltos sin explicación, esa
libertad no peleada con los lazos que deben unir a escritor y lector. Pese a
ese aire “experimental”, las novelas del brasileño se leen con interés. Es
posible que pequen de ser las típicas novelas que sólo interesan a los propios
escritores. ¿Bajo qué argumento comercial vender una novela como A cielo
abierto? No obstante, su influjo es poderoso. Estos días ando bajo su
hechizo.
jueves, 17 de septiembre de 2015.- La poesía incrustada en los párrafos de
una obra narrativa, esa poesía que no es poesía-poesía pero que, precisamente
por eso, llega de manera diferente, con la fuerza de lo oculto o sutil o
inesperado. Últimamente, mi hambre poética se nutre de esta poesía, de esos
párrafos o frases que tipos como Denis Johnson (Hijo de Jesús) o João
Gilberto Noll (por nombrar lecturas recientes) insertan (como tomados de manera
repentina por una especie de poder superior, por un arrebato incontrolable y
desgarrador y visionario) en algunas de sus novelas.
martes, 22 de
septiembre de 2015.- (…) De una manera extraña, mi mente se empeña en
relacionar la pagoda de crackers del principio de El hombre aparece en el
Holoceno, de Max Frisch, con la imagen de Eladio Linacero oliéndose
alternativamente las axilas mientras pasea por su cuarto (El pozo, Juan
Carlos Onetti).