Sobre el arte contemporáneo / En la Habana
(Random House, 2016)
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Para
César Aira, la misión última del arte es crear y poner en circulación valores
nuevos. Esto resulta decisivo para diferenciar entre arte y artesanía. El arte
sería lo que hace funcionar el motor mientras que la artesanía –que puede
proporcionar tanto o más placer que el arte, ya que el fin último del arte no es
proporcionar placer– se emparenta con el equipamiento y todos los extras disponibles
para hacer de la conducción un asunto más agradable.
Y
ahora es cuando tendríamos que hablar de la irrefrenable carrera del arte por
huir de la posibilidad de su reproducción.
Dice
César Aira: “No se puede fotografiar un concepto”.
Esta
frase condensa la breve e intensa historia del llamado arte contemporáneo.
Y
continúa: “la obra y su reproducción se persiguen tan de cerca que llegan a
confundirse. La reproducción misma se vuelve obra de arte, o, más precisamente,
arte sin obra. (…) El arte se vuelve un juego ligeramente fantástico con el tiempo:
es la documentación de algo que fue, y a la vez promesa de algo que será. (…)
la reproducción se vuelve obra, y la obra reproducción, cuando ambas comprenden
que lo que importa es la historia, el guion de la fábula, que mueve a ambas”.
La
fábula es crucial.
Sin
contexto, ya no hay posibilidad de arte.
***
Y
para terminar, esta pequeña fábula:
“Supongamos que Kafka no
hubiera existido, y que hoy un grupo de escritores en una experiencia de
creatividad literaria redactara El
castillo, La metamorfosis, Josefina la Cantora, exactamente, hasta
la última palabra, tal como en el mundo real las escribió Kafka. ¿Valdrían lo
mismo para nosotros? Evidentemente no, porque les faltaría lo más importante:
Kafka”.