martes, 22 de marzo de 2016

En el baño con almohada y Franzen en el recuerdo


Estoy en el baño de juan almohada. A mis compañeros de palacio se les ve erguidos, la raya del pelo perfectamente trazada, preparados para la revisión; yo, en cambio, ando reclinado, con evidentes ganas de tumbarme.

Sí, hoy toca un poquito de autopromoción. Soy consciente de lo poco elegante del asunto, pero hace tiempo que la literatura transita por caminos bastante alejados de la elegancia.

Recuerdo (lo tengo anotado por ahí) algo que dijo Jonathan Franzen en una entrevista: “Me ofende que digan que soy enemigo de Internet. Lo que he dicho a veces es que Internet propicia la autopromoción, el trabajo gratuito y otras cosas perjudiciales para la comunidad a la que pertenezco, la de los lectores y escritores. Yo, claro, puedo permitirme el lujo de permanecer ajeno a Internet. Los escritores más jóvenes y aún desconocidos no pueden permitírselo. En 10 años, en EEUU, las tarifas de los escritores freelance han bajado el 50%, y el tiempo dedicado por esos mismos escritores a la autopromoción ha subido casi el 100%. Es decir, hace falta estar tuiteando todo el rato y no se cobra por lo que se produce”.

Aclarado el punto, sigo. Gracias a un amigo, me he enterado de que entre las lecturas de marzo de juan almohada se encuentra un libro extraño y amarillo titulado Piscinas iluminadas. No me resisto a copiar y pegar lo que dice de él:

Piscinas iluminadas es el segundo libro que leo del escritor mallorquín Javier Cánaves, tras Al fin has conseguido que odie el blues, poemario con el que se alzó con el XVIII Premio de Poesía Hiperión. Y, la verdad, me está gustando mucho. Voy leyendo esta historia y a cada página que dejo atrás mi cabreo aumenta. Y es que no entiendo cómo es posible que se hable tan poco de libros como este (del cual cuesta incluso encontrar una fotografía de su portada con un mínimo de resolución en Google), y cómo se puede gastar tanta saliva y tanta tinta y papel en otras obras que son infumables. Para mí, Piscinas iluminadas es un descubrimiento grato, una prueba más de que se hace buena literatura en este país (y que esta, cada día más, se va alejando de las grandes e importantes editoriales, que ya no son referencia de nada, salvo del posturismo y la mediocridad más insultante). Tienes que leerlo.

No seré yo el que llevé la contraria al Sr. Almohada.

Y hasta aquí la cita de hoy.

Mañana no me busquen: estaré de mudanza.