martes, 19 de septiembre de 2017

Taller de escritura creativa. Diario de un profesor novato [9]

Nueve

Homenaje a Ángel Nieto desde la planta 14 del AC Cuzco.

Fin de semana en Madrid. Aprovechamos que el viernes debía acudir a una reunión de trabajo para pasar, mi mujer y yo, un par de días en la ciudad. Como siempre, largos paseos entre ríos de gente. Para mí, Madrid es la ciudad de las grandes caminatas. Entre paseo y paseo, tuvimos tiempo de ir al Teatro Maravillas para deleitarnos con las actuaciones de Julia Gutiérrez Caba  y Miguel Rellán en Cartas de amor. Una historia sentimental que se prolonga durante toda una vida, reducida a las cartas, postales y notas que los protagonistas intercambian. Me produjo vértigo. Tal vez podría servirme para el taller de escritura creativa. Estoy en esa fase. El poder del detalle, de lo concreto, brilla con todo su esplendor. Dota a la historia de verosimilitud, lo que hace que entres en ella como si de un “hecho real” se tratase; a la vez, proyecta la historia hacia el cielo de lo universal. Todos podemos entrar en ella gracias, precisamente, a que es una historia particular, pequeña, con nombres y apellidos (desarrollar la idea). Nada mejor para hablar de la fugacidad del tiempo, de lo que pudo haber sido y no fue, de los hechos y decisiones que nos cambian la vida, de la inconsistencia del amor, de su perdurabilidad, de la lucha entre el deber y el deseo, etc., que la plasmación de unas conversaciones particulares, sin sed de trascendencia (a primera vista), lejos de la abstracción y lo grandilocuente. Otra forma de llamarlo: el poder del ejemplo concreto. De realizar una versión moderna de esta obra, habría que recurrir al WhatsApp. Entonces, sería imprescindible suprimir toda la morralla e incorporar la comunicación mediante emoticonos y gifs. Por lo demás, durante el emotivo parlamento final de Andrew Makepeace Ladd III, sonó un móvil. Se me ocurrió que al portador de ese móvil se le debería prohibir la entrada a un teatro en los próximos seis meses. De reincidir, el tiempo de castigo pasaría a ser de un año, hasta serle vedada de por vida, de perseverar en su actitud, la entrada a cualquier recinto cultural. En lo gastronómico, comimos en un cubano, cenamos en un peruano y volvimos a comer, ya el domingo, en un mexicano. Esta última comida la compartimos con nuestros amigos A y D. Hablamos de trabajo, de viajes, de literatura, de la situación en Cataluña y del taller que a partir de octubre voy a impartir. Esto también me produce vértigo.

Falsos nigiris de causa limeña, pulpo a la brasa y mayonesa de pimentón.