martes, 9 de octubre de 2018

Erogación


En la pantallita de la máquina expendedora de cafés que hay en el merendero de la empresa donde trabajo, aparece la palabra “erogación” mientras el café seleccionado anda preparándose. Lo cachondo no es que una máquina expendedora de cafés te enseñe una palabra nueva; lo cachondo es imaginarse al técnico de turno mientras programaba la máquina. Te lo imaginas con un compañero en el momento clave. Dice uno: «¿Le meto ya lo de en preparación?». El otro: «No sé, me apetece innovar. Nuestro trabajo es rutinario y no digo yo que la rutina esté mal, de hecho, creo que la rutina nos mantiene cuerdos y nos permite pensar en asuntos elevados, pero a veces hace falta darle una vuelta a las cosas, salirse por donde los demás menos lo esperan». Entonces se produce un silencio hecho de confusión y expectativa. «No te pillo», acaba por decir el primero. «Sorprendamos al futuro consumidor de cafés, agitemos sus neuronas. Si queda gente en el mundo que lee los mensajes que aparecen en las pantallitas de las máquinas expendedoras, regalémosles una experiencia diferente». «Me das miedo». «Confía en mí. Creo que ya lo tengo. Erogación, del verbo erogar. ¿No es genial?». El compañero duda unos instantes. Finalmente, dice: «Hazlo tú, yo paso de mancharme las manos».


ÚLTIMA HORA, 09/10/18