viernes, 18 de diciembre de 2020

Héroes y villanos

Ocurre que a las celebridades, a los famosos y famosas de turno, no los concebimos como personas reales, de carne y hueso, sino como personajes de ficción, seres como de otro mundo, a los que idolatrar o destripar sin mayor problema, como parte del espectáculo. En la ficción, es posible desear que tipos como Chigurh (Javier Bardem en No es país para viejos) o Hannibal Lecter (Anthony Hopkins en El silencio de los corderos) se salgan con la suya, aunque eso suponga un buen puñado de cadáveres. ¿Acaso no nos descojonamos de la risa cuando Vincent y Jules (John Travolta y Samuel L. Jackson en Pulp Fiction) la emprenden a tiros con aquellos jovencitos que han querido estafar a Marsellus Wallace? Y es que a los personajes de ficción –y las celebridades son como personajes de ficción– somos capaces de perdonárselo todo, los amamos sin que nada (una cobardía, un mal aliento, una respuesta inapropiada) se interponga entre nosotros y ese amor. Del mismo modo, somos capaces de desearles el peor de los finales sin un atisbo de duda, de manera sumaria. Son nuestros héroes y villanos, nuestro baño de espuma y nuestro saco de box. ¿Cómo no ser indulgentes con aquellos que fueron capaces de arrancarnos de nuestras miserias por unos momentos? A ellos los podemos idolatrar (o reventar) sin cargo de conciencia, como si no fueran personas mundanas con sus luces y sombras.

ULTIMA HORA, 01/12/20