“Resulta curioso comprobar como en muchas ocasiones la inteligencia formal del lenguaje va por delante, es más rápida, que la inteligencia vinculada al fondo o significado de la palabra en cuestión. La palabra te llega desde un poso de lecturas que almacenas sin ser consciente. Puedes escribirla sin conocer exactamente su significado. Después vas al diccionario a comprobar que efectivamente tiene sentido, que se adecua al fondo de la cuestión. Probablemente se trate de actitudes imitativas inconscientes. Estos resortes me parecen fascinantes. Todo lo que tenga que ver con la vida interior me resulta fascinante. Lo exterior, la mayoría de las veces, se mueve entre el fastidio y el asco más profundo”.