martes, 13 de enero de 2009

Para ser leído en un ascensor

Uno se sienta a escribir con la intención de abordar algún tema de actualidad, pero pronto se deprime. Ahí están los Villehuchet, los Merckle o los Good de turno, millonarios que de golpe descubren que no soportan vivir ni un minuto más lejos de la lista Forbes. Otro ejemplo cruel de lo inmedible de la felicidad humana. Pasamos página para toparnos de lleno con la trampa mortal que es Gaza, pero ¿qué decir cuando ya se ha dicho todo y uno empieza a estar aburrido hasta que se da cuenta de que el hecho de que algo así aburra encierra algo casi tan terrible como lo que allí sucede? De todos modos, si su intención es entenderlo o abordarlo desde una perspectiva nueva, ya puede abandonar este artículo. No soy la persona que busca. Así pues, nos olvidamos del monumento erigido a la derrota de la humanidad que es Gaza para adentrarnos en el tema por antonomasia de los ascensores: el tiempo, de rabiosa actualidad por estas fechas. ¿Cuántas veces nos habrá salvado de un silencio incómodo? Se ha dicho por activa y por pasiva, pero la gente adora los lugares comunes. Siempre que alguien –un vecino del que después de cinco años seguimos ignorando el nombre– comenta –desde la proximidad a que obliga el espacio reducido del ascensor– el frío que hace, uno no puede más que sentir incomodidad por lo patético de la situación, a veces incluso bochorno. Descubrir que el tipo en cuestión no se siente incómodo, es más, que está realmente interesado en el asunto, nos salva de un más que probable ataque de claustrofobia. Digo yo, ¿no valdría más quedarnos callados? O ya puestos a entablar una conversación, ¿por qué no le preguntamos cuál ha sido la mejor película que ha visto en lo que va de año? Pero hablábamos del tiempo. ¿Sabía que el espacio destinado en los telediarios a la previsión meteorológica es el más seguido por los espectadores? Una prueba más que confirma lo raro que soy, ya que, acabados los deportes, apago la tele y me pongo a escribir un artículo que pueda ser leído en un trayecto de ascensor.
*UH, 13/01/09