miércoles, 18 de febrero de 2009

RUE ÉMILE ZOLA


Mi vida al fondo de la rue Émile Zola, esos primeros días con frío de mañana irritante y burocrática, ahora más real que entonces, el incendio en algunos papeles, las estaciones-bomba con su macabra cuenta atrás, creo que llego a las nueve, esa maleta cargada en exceso como novela mediocre, sin final que la salve, como las catedrales que nunca visitábamos porque siempre queríamos bañarnos en el río, cerca del río Tarn, escribí en un poema, este paréntesis para el viento y las nubes, dime, ¿no crees que es perfecta?, y sí, ahora sí, ahora la nieve como en una pantalla gigante, una película muda donde todo es muy lento, ya lo sé, esos que bailan no somos nosotros, tal vez los que se despiden en la Gare, entre el humo y el olor a gasolina, pero igual sonreímos porque alguien nos grita que nos hemos salvado, no es posible el rencor, la ciudad huele a fresas, ahora escucho mis pasos por El Prat, por las fotografías de entonces, siempre llegando tarde a la rue Émile Zola, desde aquellos primeros días nublados, infectos en los trámites, en el silencio incómodo de los muros, tendrás que perdonarme, sí, tendremos que perdonarnos, no será tan difícil, ya verás, escucha como llueve. Ahora toca apostar por la sonrisa.