domingo, 15 de marzo de 2009

Fiebre

Estoy en casa. Es de noche y escribo con fiebre. No me he tomado la temperatura, pero sé que tengo fiebre. Lo noto en las articulaciones y en el pensamiento, desordenado y disfrazado de lucidez. El reloj del ordenador marca las 0:58. Tras la ventana, Mallorca duerme, se hunde lentamente en su inexistencia feroz. No, feroz no es el adjetivo, nada que tenga que ver con Mallorca es feroz. ¿Idiosincrasia? El placer que nos produce conducir por la izquierda y votar por la derecha. La ausencia de ferocidad nos hizo palmeros. También palmesanos (a algunos de nosotros, se entiende). Un compañero de trabajo (de baja por depresión) solía decir que no éramos más que un pueblo de comerciantes. El mito de las antiguas rutas. Como los marroquíes. Como los turcos. Pero no. Nosotros somos hogareños, tranquilos, desapasionados; manejables, sí, pero civilizados. No pagaremos el precio de pretender tener voz propia. No la tenemos y nos da igual. Seremos políglotas y mansos, siempre exóticos a los ojos de los continentales, de otra pasta. Ahora recuerdo un poema de Ben Clark, poeta ibicenco residente en Salamanca, alto y rubio como los alemanes que nos dan de comer. Se titula (no escribo de memoria, sino que he ido hasta la estantería para consultar el libro) Apuntes sobre Houellebecq. Habla del ensimismamiento del isleño frente a la incomprensión de “los hijos de la Tierra”. Yo lo he sentido en mi propia carne. Mallorca entera lo ha sentido mientras se hundía y teníamos la Copa del Rey de Vela, mientras desaparecía y teníamos el Ballermann 6 repleto de alemanes borrachos de cerveza checa y felices por la globalización, mientras se ahogaba y teníamos a Tomeu Penya versionando a Kenny Rogers. Y la ensaimada. Y la coca de trampó. Y ses panades, es cocarrois i es robiols. Y la sobrasada. Y las galletas Quelly. Algún día extrañaremos este trozo de tierra amenazado por la subida del nivel del mar. Mientras el mundo entero se mueve hacia un regionalismo multiculturalista, Mallorca entera se hunde en esta noche de fiebre y despropósito. Mañana, ya curado, me arrepentiré de estas palabras. Ahora les dejo mientras escucho en el YouTube a los Antònia Font, concretamente, Extraterrestres. Así me siento.
UH, 14/03/09