jueves, 19 de marzo de 2009

INDIFERENCIA

Hoy es el Día Mundial de la Indiferencia, lo saben los perros y las bolsas de plástico arrastradas por el viento (Carrefour, Ikea, El Corte Inglés), porque hoy también es el Día Mundial de las Bolsas de Plástico Arrastradas por el Viento, y si menciono a los perros es porque ellos lo saben todo, siempre lo han sabido, por eso prefieren ir meándose por las farolas y los parachoques y los parterres y las puertas de todos los bares y casas de este mundo mefítico, sí, mi amor, este asteroide nacido de una meada de Saint Exupéry –no hace mucho leí El Principito, ahora que empiezo a dejar atrás la juventud (los 35, según las bases de un certamen para jóvenes poetas), que no recuerdo la niñez, sin duda influenciado por el “factor francés” de mi vida, en previsión de una tarde aún por venir con un sol anaranjado volviendo irreales, vagamente afectuosas, todas las cosas inmediatas. Bienvenidos al Día Mundial de la Indiferencia, o al Día Mundial de las Bolsas de Basura Apiladas Junto a la Puerta de Casa, enrareciendo el aire de este encierro con vistas a una gasolinera Repsol –los que me conocen sabrán que esta gasolinera es mi postal fetiche del fin del mundo, ¿y por qué no inaugurar el Día Mundial de las Postales del Fin del Mundo? Zonas de ensanche no planificadas, centros comerciales en amplias avenidas atestadas de zombis apresurados, bocas de metro y de presidentes de comunidad que desprecian sin inmutarse las tardes de Champions, circunvalaciones, hoteles en el mes de enero inmersos en pleno proceso de remodelación, el llamado Plan Renove, Carnecería La Vaca Feliz, un semáforo obstinadamente en ámbar, etcétera, etcétera. Prefiero, si se me permite, acurrucarme en el Día Mundial de la Inexistencia, ovillarme como uno de aquellos presos de Guantánamo y consentir que las expectativas que alguna vez tuve me sepulten en esta zanja con calefacción centralizada e internet. Dejar un rastro de palabras como cagadas de pájaro en el limpiaparabrisas, nítidas y extrañas, instigadoras de la mala leche colosal que amamanta nuestra furia, ya desde Roma. Pero hoy es el Día Mundial de la Indiferencia, ya lo dije, y me importa una mierda la suerte que corramos.