jueves, 28 de mayo de 2009

De qué hablamos cuando hablamos de política


Parafraseando a Jorge Riechmann, quería escribir un artículo titulado El día que dejé de votar al Soe, pero, claro, enseguida reparé en que no siempre había votado al Soe y que, además, dicho título me obligaría a dar explicaciones, hablar de política, y eso es algo tremendamente aburrido, mejor hablar del Barça, de Rafa Nadal o de mujeres, esas viñetas biográfico-sentimentales con las que tanto me divierto. Ya sé que, me guste o no, todo es política, que resulta imposible eludir sus tentáculos. Si hablo de la simpatía o antipatía que me produce el Barça, estoy hablando de política; si lo hago sobre la final del Master Series de Madrid entre Nadal y Federer, o de la novia que tuve durante mi etapa universitaria, también estoy hablando de política. Por supuesto, si confieso que no me gustan los toros, estoy realizando una declaración política de gran calado. Por otro lado, ya sé que una de las características fundamentales de los artistas (a regañadientes meto a los escritores en el saco) es la de ser contestatarios. Esto explica, al menos en España, el goteo de éstos hacia las tierras de la derecha o de la izquierda más escorada, por no hablar de la cada vez más extendida desafección. Pero no, no aspiro a ser un contestatario más, al menos conscientemente. ¿Hablar aquí del desencanto por las políticas en materia de educación del Soe? La desafección y la falta de espacio pueden conmigo. De todos modos, siempre les queda leer a Pérez-Reverte. Que tengan un buen día.

UH, 27/05/09