Y no hablo de ningún compañero de página, nadie se vaya a mal pensar. Me refiero a uno de mis vecinos del bloque de pisos en que vivo. El tipo en cuestión tiene colgada en la terraza de su casa una bandera española preconstitucional, la del aguilita, para que nos entendamos. La primera vez que la vi pensé que se trataba de una broma. Hace tiempo que el sentido del humor de los otros se me antoja un asunto bastante complicado, al que raramente puedo acceder. Una broma privada, tal vez una apuesta, dirigida a otro vecino. La gente cada vez es menos impúdica y airea sus mierdas sin ningún tipo de complejos. Pero ya han pasado dos semanas y la bandera sigue allí, a la vista de todos. Tal vez se trate de un provocador vocacional, especie al alza, aunque, a estas alturas, lo único que una actitud así puede provocar es un sentimiento de vergüenza ajena, una lástima condescendiente en los más blandos. ¿Qué pretende decirnos? ¿Cuál es el mensaje que quiere lanzar al resto de sus vecinos? ¿No se ha parado a pensar (soy un optimista nato) que con su manera de proceder puede herir alguna sensibilidad? ¿O lo hace precisamente por esto? Lo más gracioso del asunto es que, según la normativa de la comunidad de vecinos, no nos está permitido colgar toallas en la barandilla de la terraza. Una cuestión estética, creo. Hace tiempo que el sentido de la estética de los otros se me antoja un asunto bastante complicado, al que raramente puedo acceder. Eso sí, si algún día cuelgo una toalla y alguien me lo recrimina, sólo tendré dos opciones: o cantarle el Cara al sol o cambiar mi toalla por una bandera cualquiera. Así estaré amparado por la libertad ideológica.
UH, 27/10/09