Toda la tarde en casa. Me vendo humo, sin escrúpulos. Juego a ser quien no soy. Sonrío frente al espejo como un mal actor desesperado. Me retoco la barba, las patillas. Debería estar tirado en el sofá, frente a la tele. Leí algunas páginas de W. G. Sebald. Habría mucho que decir, pero no digo nada. Estoy saturado, feliz, ligeramente asqueado. El otro día me enteré de la existencia de la isla de la basura, allá en el Pacífico. Fue descubierta por un tal Charles Moore en 1997. Dicen que tiene aproximadamente el tamaño de Texas. Pienso en mudarme allí. Una casita en primera línea, sin vecinos. El sueño de cualquier mortal. Las puestas de sol, el reverbero de la luz sobre los plásticos acumulados. Aseguran que en aquella zona reina la calma chica. Como aquí. Todo en calma. Feliz. Escribiendo por escribir. O tal vez exista una razón oculta, desesperada. ¡Corten!
jueves, 19 de noviembre de 2009
Saturado, feliz, ligeramente asqueado
Toda la tarde en casa. Me vendo humo, sin escrúpulos. Juego a ser quien no soy. Sonrío frente al espejo como un mal actor desesperado. Me retoco la barba, las patillas. Debería estar tirado en el sofá, frente a la tele. Leí algunas páginas de W. G. Sebald. Habría mucho que decir, pero no digo nada. Estoy saturado, feliz, ligeramente asqueado. El otro día me enteré de la existencia de la isla de la basura, allá en el Pacífico. Fue descubierta por un tal Charles Moore en 1997. Dicen que tiene aproximadamente el tamaño de Texas. Pienso en mudarme allí. Una casita en primera línea, sin vecinos. El sueño de cualquier mortal. Las puestas de sol, el reverbero de la luz sobre los plásticos acumulados. Aseguran que en aquella zona reina la calma chica. Como aquí. Todo en calma. Feliz. Escribiendo por escribir. O tal vez exista una razón oculta, desesperada. ¡Corten!